«Me pegaron, me ataron y taparon la nariz y la boca para
revolver la casa»
La
Guardia Civil
busca a tres hombres que maniataron a una anciana en la
Alpujarra mientras intentaban robar
R.
VÍLCHEZ Y R. MENDOZA/OLÍAS/GRANADA
MAGULLADA, Carmen, en la cama con los signos de
los golpes en el rostro. /RAFAEL VÍLCHEZ |
Una anciana de 77 años de Olías, un anejo de la
localidad alpujarreña de Órgiva de sólo seis habitantes,
ha estado a punto de perder la vida tras ser atacada,
golpeada y maniatada a manos de tres individuos que
irrumpieron en su casa para, supuestamente, robar. Los
hechos tuvieron lugar el pasado lunes y la Guardia Civil
de la localidad mantiene abierta una investigación para
dar con los autores de la agresión.
Sobre el móvil del asalto, fuentes consultadas en la
Comandancia indicaron que tienen abierta más de una
línea de investigación. A pesar de que todo apunta a un
robo, que finalmente no llegó a perpetrarse, existen
contradicciones que hacen pensar en otra motivación de
los asaltantes. La vivienda de esta mujer, donde también
reside su hijo, es muy humilde. Por lo que ir
directamente al asalto de este cortijo para robar no
parece lo más lógico.
No obstante, los familiares de la víctima indicaron a
IDEAL que los ladrones podrían buscar el dinero en
efectivo que manejase el hijo de la anciana, fruto de
sus negocios, aunque tampoco sea demasiado. De hecho,
los ladrones se dirigían al dormitorio del hijo de la
anciana. No llegaron a registrarlo porque huyeron del
lugar ante la presencia inesperada de este último.
Carmen Martín Molero, la víctima, se salvó gracias al
regreso a casa de su hijo media hora después del asalto.
Por el momento, se encuentra encamada recuperándose, en
casa de su hija.
Tres personas
Desde la cama, la anciana relató a IDEAL cómo sucedieron
los hechos, eso sí, hasta que perdió la conciencia de
los golpes.
La mujer se encontraba, el pasado lunes sobre las once
de la mañana, en la puerta de su casa. Su hijo
Francisco, junto a un veterinario de Órgiva, acababan de
marcharse, hacia los corrales, para vacunar a las cabras
y ovejas que posee la familia.
«Vi subir tres personas muy silenciosas por mi calle y
yo me pregunté dónde irían. Recuerdo que uno de ellos
llevaba gafas y una camisa muy oscura. Cuando se
distanciaron un poco de mi casa, se volvieron, y uno de
ellos se abalanzó sobre mí, me tapó la boca con su mano,
me golpeó y me llevó arrastrándome a la casa».
Allí, «como un loco», recordó la anciana, la arrojó
sobre el sofá y le taparon la boca y la nariz con cinta
aislante. «Menos mal que quedó un pequeñísimo orificio
por donde pude respirara duras penas», apunta. De lo
contrario, habría muerto asfixiada. También le ataron
los pies y manos con cintas. «En cuanto perdí el
conocimiento, por lo que me han contado, parece me
arrastraron otra vez y me metieron debajo de la cama,
porque, supongo me creyeron muerta», explica Carmen.
Revolvieron toda la casa
Mientras la amordazaban y la ataban de pies y manos,
otra persona se dedicaba a rebuscar entre los enseres de
la casa. «Yo escuchaba el ruido y jaleo que hacían los
desconocidos. Lo pusieron todo patas arriba, la
registraron casi toda. Y según he podido saber después,
cuando se disponían a entrar en el cuarto de mi hijo,
escucharon ruidos de gente, pues regresaba mi hijo y el
veterinario a mi casa. Y como eso no se lo esperaban,
salieron de la casa, tiraron por otra calle y
desaparecieron en un coche», relató.
Cuando llegó Francisco, el hijo de Carmen, a casa y vio
lo que había sucedido, encontró a su madre atada y
envuelta en una balsa de sangre, repleta de magulladuras
y hematomas. Llamó a su hermana Isabel, que reside en la
localidad de Rubite, y ésta acudió con los dos médicos
del pueblo para que la atendieran con la mayor rapidez
posible. Y después de desatarla, limpiarla y tratarla,
ingresó en el hospital de Santa Ana de Motril, donde fue
dada de alta en el mismo día.
La
Guardia Civil
visitó ayer a la anciana para interrogarla sobre lo
sucedido, mientras buscan a los responsables de los
hechos. El día de la agresión montaron un dispositivo en
las carreteras alpujarreñas para intentar, aunque sin
éxito, interceptar a los agresores.
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