A
new look
(Breve crónica de la boda de Leví y Bea)
"A new look". Así nombran los británicos
al cambio de imagen que las personas, las cosas o los lugares sufren
por algún determinado motivo, normalmente llevado a cabo con
voluntad de hacerlo y entendiendo que con ello gana nuestra imagen, o
la del objeto o el sitio en el que lo hemos practicado.
Algo así nos ha sucedido en
Alcázar de Venus este pasado sábado porque Leví y Bea, junto con sus
más allegados, se han preocupado porque así sea. Y a fe que lo han
conseguido. La plaza no era la plaza. Parecía que nos habíamos
trasladado por mor del deseo de los novios a uno de los más lujosos
cármenes granadinos desde los que se contemplan al atardecer esas
maravillosas vistas de la ciudad o del castillo rojo, dependiendo
dónde estemos situados. Nuestras vistas seguían siendo el Chaparral,
el Cerrillo,
la Canal o la torre de la iglesia, pero el ambiente de la plaza del
pueblo te transportaba a esos otros lugares.
También la iglesia sufrió
su transformación. Llena a rebosar, como los días de las fiestas.
Alfombra roja que señalaba el camino del altar mayor y adornos
florales discretos pero elegantísimos y estratégicamente colocados.
En los bancos un puñado de arroz escondido en artesanal cajita
preparada al efecto, aguardaba a los invitados, al tiempo que los
invitaba para hacer uso del mismo a la salida de los novios una vez
que ya fuesen marido y mujer, mujer y marido.
Repicaron las campanas sin
cesar mientras que cerca del altar, el novio junto a la madrina
esperaban con la impaciencia propia de la ocasión la llegada de la
novia y el padrino. El estallido de cohetes nos anunció que ya
estaban a la puerta de la iglesia y la emoción se dejó entrever en Leví que se aprestó a recibir a una no menos emocionada novia
radiante en su inmaculado vestido rematado con un precioso velo
amantillado que se deslizaba por el pasillo central de la nave de la
iglesia.
Tras la celebración
religiosa llegó el momento de la inmortalización del momento por
parte de los fotógrafos profesionales y aficionados que, como mejor
podían, se aprestaban a dejar plasmadas las figuras de los novios,
padrinos y familiares en la tarjeta de sus cámaras digitales. Fuera,
los invitados compartían comentarios
acerca del evento mientras que el sol nos iba diciendo adiós poco a
poco por los cerros del Mermejo, algo que se agradecía después del
día de calor que nos había regalado.
Una estruendosa traca nos
avisó de que era llegado el momento de lanzar los confetis, el arroz
y brillantes papelillos que como lluvia seca y proyectiles no
cruentos cayeron sobre los novios que los recibían con alegría y
cierta precaución. Allí, chicos y grandes, amigos y familiares,
todos tan elegantes que algunos parecían actores venidos desde Hollywood, contribuían
con sus lanzamientos a desearle la abundancia de bienes de todo tipo
en su futura vida de casados.
En la placilla de abajo
vinieron los refrescos acompañados de los correspondientes
aperitivos que dieron paso a la cena que tuvo lugar en una
desconocida plaza de la iglesia en la que los más de doscientos
invitados pudimos disfrutar tanto de la comida como de la compañía
de los amigos con los que cada uno compartimos mesa y
mantel. Distendidamente se alargó la velada hasta altas horas de la
madrugada y dicen que hasta después del amanecer para los más
bailarines.
Desde esta página de todos
los alcazareños queremos agradecerles a los novios la nueva y
fantástica imagen que, al menos por este día, le han dado al pueblo.
Deseamos que este maravilloso día que nos hicieron pasar a los
invitados sea preludio para ellos de una larguísima vida juntos
igualmente maravillosa.
Salud y felicidad.
Teodoro Martín.
Alcázar de Venus, 6
de agosto de 2012
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