ANIVERSARIO
Parece que fue ayer pero
no, ya han pasado diez años desde que nuestra web diera sus primeros pasos
por estos mundos del Internet en un intento por dar a conocer al
resto del
universo algunos de los aspectos más característicos de
Alcázar de Venus, este pequeño pueblecito de la Alpujarra granadina.
Cuando aún no llegaba
Internet a nuestras casas, cuando hablar a través del teléfono móvil
se convertía en una odisea y ver todos los canales de televisión era
misión casi imposible, desde nuestra web fueron saliendo los
primeros documentos escritos y gráficos que trataban de acercar
estos lugares y sus gentes hasta aquellos que hacía mucho tiempo que
habían salido de ellas pero que jamás olvidaron ni a las unas ni a
las otras.
Esa era la idea con la que
nació la web de Alcázar de Venus, y desde ese momento, siempre
estuvieron en nuestra mente el recuerdo de tantas y tantas familias
que en las sucesivas oleadas tuvieron que emigrar en busca de nuevos
lugares en los que procurar su bienestar. Los alcazareños que a
principios del siglo pasado cruzaron el Atlántico en busca de
fortuna estaban en nuestro pensamiento, de igual modo aquellos otros
que en los años sesenta tuvieron que emigrar a tierras catalanas
fundamentalmente, y los que en la última oleada lo hicieron hacia la
capital o a las costas granadina y del poniente almeriense. En ellos
pensábamos cuando escribíamos una anécdota, una receta, una sarta de
palabras de nuestro vocabulario o colgábamos las fotos de las
fiestas de la Virgen, de los Chiscos o de cualquiera de los parajes
de nuestro entorno.
Coincidiendo en el tiempo
con este décimo aniversario, hemos tenido la oportunidad de viajar
por tierras catalanas. A mi mujer siempre le atrajo la idea de ir a
visitar aquellos lugares de los que siempre había oído hablar a los
que hasta allí se desplazaron hace cuarenta o cincuenta años.
Poblaciones como Barcelona, Tordera, Mataró, Badalona, Sabadell,
Canet, Santa Coloma, Malgrat, Hospitalet, Esparraguera, Lloret de
Mar, etc., siempre las había asociado con los apellidos propios del
pueblo. Por esos y otros muchos lugares de Cataluña habrían pululado
en busca de su trabajo los Acosta, Alonso, Cañadas, Castilla,
Castillo, Correa, Domínguez, Gómez, López, Martín, Noguerol, Pérez,
Rodríguez, Zúñiga…, originarios de Alcázar, de sus anejos o de sus
cortijos. Todos personas laboriosas que seguro que supieron
encontrar en su mayoría, gracias a su trabajo y a su sacrificio, una
vida mejor para ellos y para sus hijos. Algunos, por desgracia,
también encontrarían allá el lugar de su última morada por causa de
la edad, la enfermedad o el accidente.
Personas que tras dejar sus
raíces en su tierra natal hubieron de reimplantarse en una nueva
tierra con diferentes costumbres, diferente clima, diferente paisaje y hasta diferente
lengua, pero en donde encontraron el trabajo y el salario que tanto
escaseaba en la suya propia. En ella han dejado su simiente y de
ella nacieron sus vástagos que hoy forman parte del capital humano
de aquellos pueblos a los que la emigración los llevó.
Siempre, en las
conversaciones con la gente de Alcázar, habían surgido nombres
asociados a los apellidos citados anteriormente junto con algunas de
las mencionadas poblaciones a las que fueron a llegar. Por ello, en
el transcurso de este viaje los topónimos de las poblaciones por las
que nos hemos movido nos han resultado familiares y en muchas
ocasiones éramos capaces de asociarlos a determinadas familias
alcazareñas con las que mi mujer había convivido y de los
que yo a
algunas conocía y de otras, al menos, había oído hablar.
Así en Lloret de Mar, lugar
de residencia habitual estos días, recordamos a los jóvenes, y no
tan jóvenes, que en los veranos de los años sesenta y setenta se iban a los
hoteles. Eran aquellos temporeros que después regresaban al pueblo
sin llegar a asentarse en la Costa Brava. Nos los imaginábamos por
los pasillos, habitaciones, comedores y cocina del Festa Brava,
coincidiendo en tiempo y lugar con otros granadinos que después
triunfarían en el mundo de la canción, Miguel Ríos, por ejemplo.
Cuando cruzamos la frontera
de Francia y nos acercamos a Perpignan, a la vista de las vides y
los campos de fresas, también recordamos a aquellos otros que en las
temporadas de ambos productos marchaban en busca de un buen jornal
que les ayudara a completar el no tan bueno que cobraban cuando
volvían a nuestras tierras, en caso de que lo hubiese. Y también
recordamos con nostalgia a la vecina con apodo de son cubano que
junto con su marido tuvieron que aprender a chapurrear el idioma del
gabacho para hablarnos con ese gracioso acento, mitad andaluz mitad
francés, cuando nos visitaban en los veranos.
Recorrimos las calles de
Tordera en día de mercadillo y seguro que nos cruzamos con más de un
descendiente de alcazareños en busca de la camiseta, el vestido o el
pantalón, de la fruta, el embutido o la verdura que en los ciento y
un mil puestos que recorrían casi todo el casco de la población
ofrecían la mayor variedad de productos que haya uno visto en
mercadillo alguno. Llamamos la atención a un par de personas, pero
no hubo suerte, sus rasgos nos habían parecido ser similares a los
de algunos de los que hace tanto marcharon del pueblo, la respuesta
fue negativa.
De Tordera a Blanes y de
Blanes, por toda la costa, hasta Hospitalet en el cercanías. Malgrat,
Pineda, Calella, Areyns, Mataró, Montgat, Badalona, Sant Adriá…
También en la costa del Maresme barcelonés estarían otros muchos de
los descendientes de alcazareños refrescando sus cuerpos en las
tranquilas aguas del Mediterráneo o tostándose en las doradas arenas
de sus playas. Todos eran nombres que nos sonaban familiares y que,
inevitablemente, nos hacían recordar a algunos de los paisanos que
alguna vez se pusieron en contacto con nosotros para aportarnos algo
que pudiéramos compartir con el resto de alcazareños de la diáspora
a través de esta página web.
Los tiempos cambian, y por
fortuna
a mejor. Hoy no es lo mismo que hace diez años. Ahora no es
ésta la única ventana alcazareña que se asoma al mundo a través de
Internet. En los enlaces de la página podréis hallar otras formas y
nuevas perspectivas de gente de Alcázar que lanzan al mundo sus
inquietudes. Igualmente las redes sociales hacen que lo que queramos
transmitir a los demás lo podamos hacer sin mucho requerimiento
técnico: tan solo hace falta tener algo que decir y querer decirlo y
compartirlo con los demás.
Nuestra web no surgió con
el deseo de la inmediatez, de transmitir el día a día de un pueblo
tan pequeño, algo que sería casi imposible de conseguir, sino con el
afán de intentar que no quedaran en el olvido, dentro de nuestras
posibilidades, los hechos más significativos de la vida de Alcázar a
lo largo de los tiempos, los del pasado y los del presente. Para
ello contamos en muchas ocasiones con la colaboración de los
visitantes, ahora cada día más escasa, que entra dentro de lo
comprensible: una vez pasada la efervescencia del descorche, después
las cosas vuelven a tomar su ritmo lógico y normal. No obstante, como siempre,
seguiremos requiriendo la colaboración de todos los amigos de la web con la pretensión de que la sientan como propia, pues con ese
fin nació y con ese mismo fin se mantiene después de estos diez años
de andadura cibernética. Quizás en estos tiempos en los que lo que
acaba de suceder ya casi ha pasado a ser historia, esta página
artesanal no sea la más adecuada, pues tratar de adentrarse en sus
entrañas conlleva cierta paciencia y ganas de indagar en éste o en
aquél aspecto de la vida de Alcázar, algo a lo que tal vez muchos no
estén dispuestos o no dispongan del tiempo imprescindible para ello.
Lo comprendemos perfectamente.
Si en alguna ocasión
conseguimos hacer feliz con nuestro trabajo a alguno de los
visitantes de la web, con eso nos damos por satisfechos, si, por el
contrario, hicimos que alguien se sintiera mal, lo lamentamos desde
lo más profundo.
Confiamos en seguir
cumpliendo años y... ¡que ustedes los vean! Un fuerte abrazo para
tod@s.
Teodoro Martín. Granada,
mayo de
2014
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