Alcázar de Venus: "Entre la Nieve y la Mar"

 

Es éste un artículo publicado en el mes de diciembre pasado  por nuestro amigo, y colaborador ocasional, Miguel Ruiz de Almodóvar en la revista del Colegio de Abogados de Granada, "Testigo de cargo". Amablemente, como siempre lo hace, ha accedido a que lo reproduzcamos en la sección "Casos y Cosas" de nuestra página. De nuevo agradecemos a Miguel su colaboración.

 

EL BURRO DE RUBITE, DOS HISTORIAS EN UNA

               

Todavía recuerdo la rabia contenida que me produjo escuchar aquellas primeras explicaciones sobre lo sucedido. Todavía recuerdo la dificultad e impotencia que  siempre padecí para comunicarme con aquel cliente tan particular. Sordo como una tapia, gozaba riéndose viéndome como le gritaba al oído intentando me entendiera y ello a pesar de la pena y tristeza que lo embargaba. Se llamaba Antonio Dueñas Jódar, y le habían quemado su burro, achicharrado por culpa de una broma temeraria.

Habría que remontarse al verano de 1986, cuando a eso del mediodía,  regresaba Antonio a su pueblo de Rubite, orgulloso y contento  junto a su burro cargado hasta la bandera de mieses de cebada, que casi lo ocultaba de espesa y larga que era. Serían las 13´30 h., cuando paró en la plaza a charlar con un amigo antes de irse a comer, atando a la bestia a una  reja, frente por frente a la panadería. Hacia mucho calor y corría una brisa rebelde y tosca. Al pronto llegó Eduardo, siempre burlón y chistoso, quien de enseguida se le ocurrió lo imprevisible, “mira que le prendo fuego a las gavillas” -dijo riéndose- al tiempo que blindaba en la mano un mechero amarillo. Y dicho y hecho,  tanto lo arrimó que el burro prendió como una tea, consumiéndose en breves instantes no solo su abundante carga y aparejo, sino también afectada su cabeza, lomo y culata, totalmente chamuscados. Ni correr, ni revolcarse pudo, ni nadie acercarse para desatarlo, sólo unos cuantos baldes de agua fresca para apagarlo. Las risas y bromas dieron paso a la tragedia y la crueldad más absurda que cabe imaginarse con un ser vivo. Su burro de ocho años de edad, era para su dueño como un hijo para cualquiera. Es más, con seis meses lo había comprado y desde entonces criado, siendo su principal compaña aparte del hermano y madre con los que convivía.

Estos fueron los hechos, y el motivo que acudiera a mi despacho apesadumbrado por lo ocurrido. Venía de parte de su cuñado José González, una de esas personas con las que enseguida uno conecta dada su innata curiosidad por saberlo todo, tanto que hacía poco le había comprado en Granada un Código Penal y otro Civil que me había encargado. “Ahí le mando un amigo que quiere hacerle unas preguntas”, decía la nota manuscrita que traía en el bolsillo, y enseguida la primera mía y a bocajarro, ¿pero el burro como está, se salvará o no?,  nadie lo sabe –espetó-, se encuentra muy mal y en las manos del veterinario de Castell de Ferro que lo está curando,.…pero que lleva gastado un capital en medicinas, apostilló. Pronto me di cuenta de la injusta desproporción que tenía delante, vistas las pretensiones económicas del cliente y la verdadera gravedad y perjuicio de lo ocurrido, de ahí que me pusiera a trabajar para intentar conseguir compensar el verdadero daño ocasionado, y que yo entendía iba bastante más allá de los gastos de curación, carga y aparejo quemado. Hablamos del lucro cesante,  daños morales o precio del dolor,  todas ellas materias poco claras y muy impresionables judicialmente si la prueba y el enfoque era acertado, como fue el caso que nos ocupa.

 El autor con Ricardo Dueñas, hermano de su cliente ya fallecido y su sobrino MarinoSin embargo más de un año tardaría en celebrarse el correspondiente juicio de faltas por imprudencia ante el Juzgado de Distrito de Albuñol, tardanza que en modo alguno beneficiaba a la acusación por cuando ya  el burro estaba curado, y un tanto olvidado el suceso. Fue entonces cuando me enteré que como resultado de la quema se le habían caído las orejas al burro, y lo que es más importante, que su amo las guardaba como reliquia en una bolsa de plástico. Hete aquí la solución del problema me dije. El golpe de efecto que necesitaba pensé, no dudando un instante en presentarlas como prueba de cargo, tras descartar mi primera intención que era llevarlo transportado en una camioneta alquilada. Y así  nada más comenzar la vista las deposité solemnemente encima de la mesa del Juez, acompañadas de una simpática fotografía de mi cliente abrazado a su burro cuando era pequeño y recién comprado. El acta se encargó de testimoniarlo: “aporta foto del burro antes del accidente, como orejas del burro quemadas”.  Después de aquello, debo de confesar que la cosa fue coser y cantar, aunque antes hubiera que sortear la prueba testifical del denunciado que insistían en el caso fortuito como única defensa, algo difícil de demostrar vistas las circunstancias concurrentes, tal como se encargó de sentenciar “in voce”, el juzgador:….Hechos probados: 17 de septiembre de 1986, Antonio Dueñas Jódar se encontraba en Rubite con un asno de su propiedad el cual ha criado desde pequeño y utilizado para labores propias, como el día de autos en que se encontraba cargado de cebada y fue abordado por Eduardo S. G. el cual con un encendedor prendió a la cebada que estaba seca y hacía viento, ardiendo la carga y aparejo valorados en 10.000 pesetas, sufriendo daños el animal llevaron a perder orejas, lo que le imposibilita con las quemaduras a seguir trabajando a pesar de encontrarse en buena edad, 8 años. A causa de ello satisfacieron 20.328 pesetas por gastos veterinarios, el animal no ha trabajado correspondiendo a un día de trabajo de un animal similar 2.000 pesetas y su valor de mercado es 70.000 pesetas. Además el dueño del animal es persona que vive soltero con su madre y el animal y se halla afectado de profunda sordera….Fundamentos de derecho: Los hechos probados constituyen falta 600 C .P. imputable a E. S. G. que si bien manifiesta carecer de intencionalidad no lo es menos imprudente al aproximarse al animal con un encendedor aunque dice no encendía, tampoco puede afirmar con absoluta seguridad que no lo haga cuando trata de arrimarlo a un producto combustible como es cebada seca  y en día de viento. La responsabilidad civil debe comprender además daños causados, valor del animal y lucro cesante y si bien no era utilizado habitualmente para tareas fuera del ámbito económico del perjudicado nada impide que pudiera serlo, teniendo en cuenta por último que el dueño del animal por el hecho de haberlo criado desde pequeño, vivía solo con su madre  y encontrarse afectado de deficiencia física, permite sostener la existencia de vínculos afectivos hacia el animal que al verle sufrir injustamente son susceptibles de dolor. Las costas procesales son de imponer al autor de la falta. Fallo: Debo condenar y condeno a E. S. G. a la pena: 10.000 pesetas de multa ó 10 días de arresto sustitutorio; pago costas; Indemnizar a Antonio Dueñas Jódar: 20.368 pesetas por gastos de veterinario,10.000 pesetas por valor de la carga y aparejo, 70.000 pesetas por secuelas e inutilización del animal, 180.000 pesetas por pérdidas de jornadas posibles de trabajo y 50.000 pesetas por daño moral causado al dueño.”.       

         Como vemos todo salió perfecto y a pedir de boca, también el recurso de apelación subsiguiente que vio un año después el Juzgado de Instrucción de Órgiva, quedando el denunciado en pagar por mensualidades, el montante total de su condena, que entre unas cosas y otras,  alcanzaba la respetable cifra de 340.368 pesetas. Por su parte el burro quemado y sin orejas, siguió su vida en manos de un nuevo dueño, y el de Rubite metido en tratos en la feria de ganado de Albuñol de donde se trajo una burra preñada, que al cabo de los meses daría  a luz un hermoso pollino blanco, que andando el tiempo sería famoso en el mundo entero.

Efectivamente tal sería el miedo y dolor que sufriera este amante de los burros que sin duda se juró que nunca más le ocurriría lo mismo aunque fuera a costa de resultar inhumano. De esta manera y hasta que fue denunciando, mantuvo al pollino encerrado en su cuadra y sin salir a la calle por miedo a que lo dañara alguien, todo ello sin faltarle nunca nada y mucho menos cariño y juego en el corral donde naciera. Pero esto sería imposible de ocultar pues los rebuznos del asno serían a la postre salvadores y motivo de que un vecino molesto lo  denunciara a la Sociedad de Protectora de Animales. Por su parte Antonio lo justificaba en que era entero y no estaba capado, mostrándose especialmente nervioso y un tanto agresivo en época de celo.

La noticia daría la vuelta a España y las miradas fueron puestas enseguida en la recién creada Asociación para la Defensa del  Borrico que se prestó a mediar y llevarse al burro encuadrado para su refugio de Rute, por el precio de 37.500 pesetas. Por los reportajes sacados en prensa sabemos que el burro permaneció un total de cinco años encerrado, -  tenía unas pezuñas de    20 centímetros de largo-, razón por la que le pusieron por nombre “Mandela”, en honor y recuerdo del líder sudafricano, quien pasaría 27 años de su vida en prisión.

En definitiva y sobre todo sería un día histórico para Rubite y la comarca, por la cantidad de medios de comunicación concentrados, tanto nacionales como internacionales, que lanzaron a los cuatro vientos la increíble historia del burro emparedado, motivo que aprovecharon luego los lugareños para dedicarle una coplilla por carnavales:

 Ya toda España sabe donde se encuentra Rubite;

 gracias al burro Mandela que tuvo aquí su escondite;

 lo supo toda la prensa, la radio y la televisión;

 y a Córdoba se lo llevaron montado en un camión;

Si nombrabas Rubite, todos ponían atención;

 ya que todos conocían el burro y su situación;

 Ya todos están tranquilos y nadie se acuerda ya;

 que en Rubite había un burro que no salía del corral…..

         El caso es que  Antonio,  se quedó sin su burro, y este sin su celoso dueño, pasando sin duda a disfrutar de una mejor vida en las instalaciones que Adebo tiene en la serranía de Rute. Allí fue rebautizado años después con el nombre de Nirvana, por la entonces Ministra de Cultura Carmen Calvo, quien rociaría su cabeza con anís y agua de Beirut, convirtiéndose en estrella y estandarte del lugar, por su simpatía y docilidad, siendo paseado por platos de televisión y escenarios internacionales tales como su participación en el espectáculo ‘Tetralogía anfibia’, de La Fura dels Baus o en el proyecto ‘Navega Don Quijote’. E incluso participado en la  Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla del año 2007, donde encarnó a la perfección al mítico ‘Platero’. Todo eso forma parte ya de su fabuloso “currículum vitae”, ampliamente conocido por numerosos reportajes en revistas y periódicos, pero nada tan impactante, como las fotos realizadas junto a la reina de España, en la visita que hiciera a la Casa del Burro  hace apenas un año, las mismas, -besándola y rascando rítmicamente su espalda- dieron la vuelta al mundo, y tanto “Mandela” como Dª Sofia nos dieron a  todos un ejemplo de humanidad sin precedentes.

Sin embargo viéndolas ahora con más detenimiento e incluso  repasando los videos que de aquella escena entrañable aparecen colgados en internet, uno se pregunta –con verdadero conocimiento de causa- si no será verdad que el principal responsable de aquella extrema cordialidad y mansedumbre no sería otro más que su primer y original propietario, o sea, Antonio Dueñas Jódar, mas conocido por el “Sordo de Rubite”.

 

 Miguel Ruiz de Almodóvar Sel

Abogado

 

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