CONTAMINACIÓN VISUAL
Después de casi siete años tratando de mostrar
a través de Internet lo mejor de Alcázar, permitidme que en esta
ocasión me interne de un modo un tanto crítico, mejor dicho
autocrítico, en un aspecto de nuestro pueblo que no es ajeno a la
mayoría de las poblaciones
de la zona. A veces estamos tan preocupados por tantas y tantas
cosas que creemos importantes, que a lo más próximo apenas si le
prestamos atención. Suele
ocurrir que nos acostumbramos a casi todo y vemos como normal
aquello que para nada lo es.
Se considera, en términos generales, la
contaminación como una alteración negativa del estado natural del
medio, que suele ser generada como
consecuencia de la actividad humana. En estos tiempos que corren se
habla y se habla, y no se para, de la contaminación atmosférica,
hídrica (aguas fluviales o marinas), acústica, térmica, radiactiva,
del suelo, lumínica, genética...
En estos párrafos que hoy me decido
a colgar dentro de la sección de "Casos y Cosas" me quiero referir,
como el título indica, a un tipo de contaminación que padecemos en
la mayoría de nuestros pueblos y que a poco que nos fijemos
en el paisaje urbano de los mismos, es extraño que nos pase
desapercibida y que nos deje indiferentes. La contaminación visual
probablemente no nos afecte directamente a nuestra salud, como las
otras mencionadas, pero no cabe duda de que de un modo u otro afecta
a la visualización del entorno y rompe con la estética del mismo, lo
que en muchas ocasiones puede producirnos cierta irritación que, de
algún modo, no es buena para la salud.
Los poderes públicos locales, ayuntamientos,
se encargan de dictar unas normativas urbanísticas en zonas como la
nuestra tendentes a preservar la idiosincrasia propia de la
arquitectura y el urbanismo alpujarreños procurando
que las edificaciones, bien de obra
nueva o de rehabilitación conlleven el respeto a los elementos más
característicos de nuestra arquitectura.
Así se determina en algunos casos el tipo de cubrimiento que deben
de tener las viviendas, el color de las fachadas, el uso de
materiales propios de la zona en su
construcción, etc. Podemos apreciar que aunque las viviendas no se
hagan como hace cincuenta o cien años, su fisonomía exterior no
varía en demasía de las de las casas con esas edades: siguen predominando
los terraos sobre los tejados, el blanco de las fachadas es la tónica
general y la carpintería sigue siendo de madera o de otros
materiales que la simulan.
Esos mismos ayuntamientos
que dictan normas acerca del urbanismo de la zona, son aquellos que
cuando llega el momento de aflojarse el bolsillo se despreocupan un
tanto de aquello que dicen promover. De igual modo colocan unos
aparatos de aire acondicionado sin
camuflaje alguno que una caseta de la basura en la calle principal del
pueblo, permiten que las compañías eléctricas o telefónicas vuelen
sus tendidos en vez de soterrarlos o coloquen sus postes y antenas en el
lugar que a ellas más les interese sin tener para nada en cuenta el
posible impacto visual, o, por no gastarse un céntimo, no ponen en
el lugar adecuado el repetidor necesario para que los habitantes
puedan acceder a la nueva TDT y, en cierta medida obligan, cuando no
incentivan, a que cada uno individualmente coloque en su vivienda
una parabólica con la que poder tener acceso a la nueva televisión.
Entre las parabólicas modernas, las antiguas
antenas de televisión, las funcionales y galvanizadas chimeneas
acabadas en ostentosos sombreros giratorios en forma de yelmos
o molinillos, los únicos habitantes antiguos de los terraos, las
chimeneas tradicionales, cada vez escasean más y las pocas que
quedan pueden considerarse como especies raras en peligro de
extinción.
Aquellos que de cuando en cuando cogemos la
cámara y nos entretenemos en sacar unas fotos del pueblo, pronto nos
damos cuenta de que si queremos sacar la torre de la iglesia, una
vista de la sierra, uno de los barrios del pueblo o un rincón con
encanto, debemos de buscar el lugar y la posición adecuadas, cada
vez más difíciles de encontrar, para que un cable de la luz, un
poste, una
chimenea inoxidable o una antena no
se interponga entre el objetivo de la cámara y el objeto a capturar, obligándote después a la
manipulación de la foto por medio de un editor de imágenes con el
que hacer desaparecer aquello que evidentemente afea
lo que deseas fotografiar. No han sido pocas las
ocasiones en las que hemos tenido que echar
mano del Photoshop para eliminar los elementos perturbadores de la
visión del paisaje urbano de nuestro pueblo.
Y si culpamos a los ayuntamientos, no por ello
vamos a declarar inocentes a los habitantes, pues prácticamente
todos (incluido el que suscribe), hemos cometido nuestros pecadillos
urbanísticos con lo que también, hemos colaborado en buena medida a
la contaminación visual que padecemos todos. Aquí viene bien la cita
bíblica de que el que esté libre de pecado que tire la primera
piedra y la sentencia popular que nos recuerda aquello de "entre
todos lo mataron y él solito se murió". Algo así es
lo que está sucediendo con la mayoría de los pueblos alpujarreños,
hecho del que Alcazar tampoco ha sabido liberarse.
No estaría mal que a todos los que hemos
contribuido a esa contaminación visual nos dieran un tironcillo de
orejas y nos obligaran de algún modo a subsanar los dislates
cometidos, bien está que los primeros que deberían de dar ejemplo
serían los poderes públicos y mucho me temo que estos están
convencidos de que nunca se equivocan, por lo que le veo difícil arreglo al asunto, pero no
desesperemos, que, como dice otro dicho popular, "con el tiempo y
una caña..."