EJEMPLO

En poco tiempo la población de nuestro pueblo se ha visto mermada en dos personas: Amadora y María Espinosa, ésta, a punto de cumplir los ochenta años era el habitante de más edad del pueblo.

El pasado fin de semana (11/06/05) se celebró la misa de funeral de María, la que fue esposa de Manuel Martín “el de la Rambla”;  hace unas pocas semanas fue la de Amadora, la mujer de Rosendo. En un corto periodo dos personas que llevaban Rosendo sentado donde tantas veces lo estuvo con Amadora. padeciendo desde hacía tiempo se han alejado de nosotros para acercarse hasta Él.

Si bien se podría decir mucho y bien de ambas, no quiero hacerlo en este momento con estos párrafos, sino que de quienes quiero comentar algo es de sus esposos, hoy viudos. Y no de ellos en general, sino en su vertiente de maridos.

Ambos sobrepasan en mucho los setenta y ambos han dedicado estos últimos años a cuidar y atender en todo, hasta en el más mínimo de los detalles, a sus respectivas esposas. Ninguno de los dos goza de salud de hierro, Rosendo no hace muchos años sufrió un infarto y Manuel casi está convaleciente de su segunda operación de hernia. No dudo que en sus años de matrimonio hubiesen echado una mano a sus mujeres en el cuidado de la casa y la atención a los hijos, pero sí estoy seguro de la dedicación exclusiva que han tenido con ellas desde el momento en que cayeron enfermas.

En un mundo actual en el que aún, permanentemente, nos tienen que estar recordando a los hombres que se debe ayudar en la casa, que el cocinar, lavar, planchar, cuidar de los niños, etc, no es asunto exclusivo de las mujeres, deberíamos darnos una vuelta por Alcázar y comprobaríamos que existen, y han existido (me vienen a la memoria, entre otros, dos ejemplos más a seguir: Manuel “el de Alfornón” con su esposa Encarna y Antonio “El Molinero”, éste ya fallecido, con su Enriqueta), muchos hombres nacidos a comienzos del siglo pasado que sirven de ejemplo a las nuevas generaciones representadas por sus hijos, nietos y todos los familiares, amigos y convecinos que día a día hemos aprendido de ellos, sin saber muy bien si su actitud era o no profeminista, o si, simplemente, hacían lo que debían de hacer porque su condición así se lo dictaba. Para ello no han tenido que ir diciendo a unos y a otros lo que estaban haciendo, no ha sido necesario para que todos supiésemos apreciar lo generoso de su actitud.

En una sociedad en la que buscar una residencia para nuestros mayores es un objetivo casi prioritario, ellos han elegido permanecer en la casa de siempre, sabiendo que eso era lo que deseaban ellas y sin importarles la cantidad de horas de sueño perdidas ni el cansancio acumulado a lo largo de tantos años. JamMaría y Manuel hace unos cuantos años. Foto enviada por su nieto Andrés.ás manifestaron pereza en lo referente a la atención, en todos los sentidos, que ellas precisaron. Supieron dejar sus gustos y aficiones a un lado para dedicar el 100% de su tiempo a las que habían sido sus compañeras de toda la vida, (Manuel y María por más de 60 años).

Con sus esposas vivieron los buenos y los no tan buenos momentos, disfrutaron, hasta donde ello fue posible, de los hijos y nietos a los que dieron el aliento de vida, y cuando a ellas les tocó caer en el lecho del dolor, ellos supieron estar a la altura de las circunstancias sin necesidad de que tuviesen que aprenderlo de nada ni de nadie.

Admirables. Durante todo el largo proceso de la enfermedad de sus esposas, sin que apenas nadie se diese cuenta de lo que hacían, sin alharacas de ningún tipo, con la ayuda que les venía de los hijos o de las nueras, allí han sabido estar al pie, a la mano, a la boca, al oído y al regazo de sus mujeres para que no les faltase de nada, ni en lo material ni en lo afectivo.

Hoy que ellas se han ido, aunque la tristeza y el dolor nunca se apartarán de ellos, la tranquilidad, la paz, la satisfacción y la armonía que da el saber que todo se hizo como se tenía que hacer, sin esperar nada a cambio y entregados a la más pura abnegación por amor, debe suponerles a ambos y a todos sus familiares el sosiego y la alegría que da todo aquello que estuvo bien hecho.

Aunque los modelos que los tiempos modernos nos presentan poco o nada tienen que ver con Manuel o Rosendo, yo quiero ponerlos hoy desde este humilde balcón al mundo que es la web de Alcázar de Venus como ejemplos a seguir por todos aquellos que, conociéndolos o sin conocerlos, sepan apreciar lo que es “calidad” de las personas.

 Teodoro Martín. Alcázar de Venus.

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