El destino de la importante fortuna de la antigua farmacéutica de Órgiva, fallecida en octubre, causa sorpresa entre los vecinos y el malestar entre algunos de sus familiares
01.03.09
ANDRÉS CÁRDENAS
| ÓRGIVA
Doña María del Rosario Muñoz Morillas murió el 18 de octubre del pasado año a los ochenta y cuatro años de edad. Doña María estuvo casada con José Díaz Pérez, procurador, el cual falleció hace 18 años. El matrimonio, que no tenía hijos, acumuló durante su vida un apreciable patrimonio valorado en varios millones de euros. Además de la amplia casa que tenía en el centro del pueblo, situada justo enfrente de la iglesia y el edificio conocido popularmente como 'las torres gemelas', también tenía una abultada cuenta corriente con varios millones de euros y algunos pisos.
Los vecinos de Órgiva tenían la esperanza de que parte de la fortuna de Doña María fuera destinada a alguna obra social del pueblo. Sin embargo, tras leerse el testamento, se ha sabido que buena parte del patrimonio de la anciana ha ido a parar a un grupo de sacerdotes, dos de los cuales han sido nombrados albaceas de su fortuna. Esta circunstancia ha ocasionado la desilusión de muchos vecinos y el malestar de algunos familiares de la anciana, que llegan a pensar que los sacerdotes se han aprovechado de la situación para hacerse con el control del patrimonio de la fallecida.
Fundación
La idea de que parte de la hacienda de doña María sería para el pueblo, tiene su base en un proyecto que ella misma puso en marcha hace años. Por entonces se presentó, incluso ante los medios informativos, una fundación que llevaría el nombre de su marido: Fundación José Díaz. En ella estaba prevista la construcción de una especie de centro para personas mayores. Sin embargo, aquel proyecto nunca llegó a realizarse, fue un castillo en el aire. «Ella iba a donar ciento y pico de millones para la fundación y otra vecina, Dolores Martín Zaragoza, iba a dar el solar para la construcción de ese centro para mayores. Incluso se nombró a un gerente pero luego todo se quedó en aguas de borrajas», dice un vecino.
«Yo la conocía desde que era niño. Era una mujer muy generosa que en aquellos años difíciles de la postguerra ayudó a muchas madres necesitadas que iban a su farmacia a las que les regalaba las latas de 'pelargón' aquel de los años cincuenta», dice Antonio Pérez, un empresario de Órgiva. Generosa y reservada a la que no le gustaba hacer alardes de sus obras de caridad, así la recuerdan en el pueblo.
Biblioteca y sede
Algunos vecinos creen que no se ha cumplido la voluntad de la anciana en cuanto a la donación de su biblioteca y la utilización de un local anejo a su vivienda que servía de sede del PP. Hay voces que afirman que doña María había dicho en una ocasión que iba a donar todos sus libros -varios miles, según las fuentes- a la Biblioteca municipal. Pero no ha sido así ya que el destino de esos volúmenes no figura expresamente en el testamento. Como tampoco figura el destino de la sede del PP, cuyos dirigentes han visto truncadas sus ilusiones de seguir allí, ya que el local, por el que doña María no les cobraba nada, no podrán seguir utilizándolo.
«A los pocos días de la muerte de doña María vinieron a decirnos que teníamos de dejar le local. Dentro de unos días tenemos una reunión con los albaceas para ver cómo se puede llegar a un acuerdo», señala un alto dirigente del PP de la localidad.
Sin embargo, las voces más duras contra los sacerdotes que se han hecho cargo de la custodia de la fortuna de doña María, provienen de los familiares de la misma. Fina Díaz, hermana del que fuera esposo de doña María, está convencida de que a su cuñada «le lavaron el cerebro, ya que últimamente no se comportaba igual». Según ella, había pactado con la fallecida que parte de la herencia, al menos la que correspondía por su hermano, iba a ser para los sobrinos. «Los curas han procurado que los familiares no tengamos relación con María, incluso el día de su muerte trataron de que no asistiéramos al tanatorio a velarla, cuando ellos la primera noche la dejaron totalmente sola», dice Fina.
La cuñada de doña María dice que está segura que la fallecida estaba convencida de que su fortuna iba a la Iglesia en general, «pero no a tres curas, a los que vieron en el pueblo sacar bolsas con cosas el mismo día en que murió mi cuñada», denuncia.