Alcázar de Venus: "Entre la Nieve y la Mar"

 

"Jabón de sosa, jabón d'olor"

       Hubo un  tiempo, que tampoco es tan lejano, en el que no existía la variedad de champús, geles, jabones y detergentes de la que hoy disponemos y que se nos hace presente en las correspondientes secciones de cualquier centro comercial o droguería. Y de eso se sabe mucho por Alcázar de Venus.       

            RECICLAJE

            La época en la que el desperdicio de todo es la tónica general no es a la que nos vamos a referir en estos párrafos, bien al contrario hablaremos de aquella otra en la que se aprovechaba hasta el último cabo de la hebra de hilo con la que nuestras madres acababan de zurcirnos los calcetines. Y nos referiremos en concreto a los temas relativos a la limpieza  en general y cómo se recurría a la madre naturaleza y a las viejas tradiciones para lucir más relucientes (valga la redundancia) que un sol, tanto en las indumentarias como en el cuerpo.

            Los detergentes ni tan siquiera existían y a la hora de limpiar los platos, sartenes, ollas y demás utensilios de la cocina se echaba mano del matagallo, de la piedra arenisca, o arenilla, e incluso de la ceniza, lo que acompañado del correspondiente restriego con el estropajo de esparto o el trozo de cuerda del mismo género y abundante agua, daban un resultado tan brillante como si se hubiese empleado el modernísimo “Fairy”.

            Para el lavado de la ropa y la higiene corporal se utilizaba el jabón de sosa, que más adelante tendría sus sucedáneos en el jabón “Lagarto” o en lo que hoy eufemísticamente conocemos como “El jabón de Marsella”. Era la fabricación del jabón de sosa una palpable prueba del reciclado que, de casi todo, se hacía en aquellos tiempos y que no era conocido con ese nombre sino con el de aprovechamiento.

            Los aceites usados, los turbios y todos aquellos que ya no eran susceptibles de ser empleados en las comidas, jamás se desperdiciaban: se iban guardando en recipientes hasta disponer del suficiente para emplearlo en la elaboración del jabón de sosa.

            La simple mezcla de aceite, agua y sosa cáustica daba lugar al socorrido jabón que todos recordamos cómo se usaba tanto para fregar los suelos, como para lavar la ropa o en la higiene personal para el cabello o el cuerpo. 

            FÓRMULA

            Para obtener el jabón se tiene que mezclar la misma cantidad de aceite que de agua y una proporción, aproximadamente, seis veces menor de sosa cáustica. Por ejemplo, 3 litros de aceite, 3 de agua y ½ kilo de sosa. Se disuelve en un barreño o una tina, con mucho cuidado de que no salpique en el cuerpo, pues nos quemaría, la sosa con el agua. A continuación se añade poco a poco el aceite sin dejar de remover, con un objeto de madera, toda la mezcla durante al menos una hora. Cuando se forme una espesa pasta de color blancuzco habremos conseguido el jabón.

            Hacer el jabón de sosa es como hacer la mayonesa y puede ocurrir que se nos corte, es decir que no llegue a cuajar. Si con la mayonesa se soluciona el problema añadiendo un nuevo huevo, para que el jabón de sosa cuaje es necesario ponerlo en un recipiente a fuego lento y seguir removiendo hasta conseguir que se forme la pasta.

            La pasta conseguida se vuelca en una caja de madera para que por las rendijas suelte el líquido sobrante, y se deja un par de días hasta que se pueda cortar con un cuchillo y guardarlo en trozos manejables.

              TRUCOS Y USOS

             Antiguamente, algunos de los que hacían jabón de sosa le añadían algo de añil o azulete para que el jabón tuviese un color más blanco o azulino. También le agregaban un poco de zumo de limón o de infusiones de hierbas aromáticas para darle un toque oloroso, lo que nunca añadían, como suelen hacer hoy en día, es detergente para que hiciese espuma, entre otros motivos porque no existía el detergente y porque con este añadido el jabón pierde sus características tan peculiares.

            Además de utilizar el jabón para la limpieza corporal, de ropas, etc., también era usado como elemento curativo para eccemas, fístulas, hemorroides...

            En algunas casas, en aquellos tiempos en lo que lo normal era este tipo de jabón, solía existir una pastilla de Spring Glory, Lux, Heno de Pravia, Palmolive u otra marca comercial de jabón para usarlo en contadas ocasiones y por motivos muy especiales. La generalidad de las gentes en vez de conocerlos por su marca lo solían llamar “Jabón d’olor”, suponemos que para distinguirlo del menos oloroso fabricado artesanalmente a partir del aceite y la sosa cáustica, pero que tenía resultados tan eficaces y precio más que económico.

 Teodoro Martín. Alcázar de Venus

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