Alcázar de Venus: "Entre la Nieve y la Mar"

 

La taha de Albuñol

         Mi amigo Antonio Funes, natural de Cáñar y al que ya me he referido en algunos de los escritos recogidos en esta web, me ha hecho llegar en estos días una fotocopia del libro de Miguel Carrascosa “La Alpujarra en coplas y otros poemas”. Supongo que debe de estar agotada la edición y es por lo que me lo habrá ofrecido fotocopiado.

            Será éste uno de los muchos trabajos de Miguel sobre la Alpujarra, tierra a la que ha demostrado tanta dedicación y devoción. En el libro refleja todo su sentimiento sobre la tierra alpujarreña pueblo a pueblo.

            Entre los muchos méritos que adornan a la persona de Carrascosa está uno del que siempre se ha mostrado ufano: haber sido Alcázar su primer destino como maestro. Es algo que a todos los que tenemos alguna relación con el pueblo nos enorgullece y halaga.

            Dentro del mencionado libro de coplas y poemas, hemos recogido para nuestra página el que a continuación transcribimos que contiene unos cuantos versos referidos a nuestro pueblo. Lo incluye Miguel en la taha de Albuñol, como debió de ser hasta que dejó de ser municipio y pasó a convertirse en un anejo de Órgiva al inicio de los setenta.

            Si tenéis oportunidad de acceder al libro no dejéis de leerlo, en verdad que merece la pena.

            Espero que disfrutéis con la lectura de este adelanto, sentido y bello romance sobre una zona que nos es tan familiar.

Teodoro Martín

La taha de Albuñol 

 

Albuñol es la cabeza

del Gran Çehel de los moros;

fortalezas y atalayas

dominaron sus contornos.

 

Sus tierras dan a la mar

y se extienden por las ramblas.

¡Qué viñas y qué almendrales

por sus colinas arraigan!

 

Los vinos que se elaboran

en los lagares de antaño,

adquirieron justa fama

en comercios y mercados.

 

En tiempos de la conquista

sus campos fueron diezmados

por turcos y berberiscos

que en sus bajeles llegaron.

 

La “Cueva de los Murciélagos”

en su término se encuentra;

testimonio del Neolítico

hallados fueron en ella.

 

La Alpujarra de las Viñas

la llamaron los autores;

de sus tahas y poblados

nos quedaron los mejores.

 

Veamos:

 

Albondón es la primera,

a dos leguas de la mar;

cortijos blancos salpican

de color su sequedad.

 

En laderas y barrancos

de sus resecas montañas,

crecen, fuertes, los viñedos

al calor de la solana.

 

Sorvilán, sobre una loma,

lo besan todos los vientos;

su terreno pedregoso

es campo de los almendros,

que se reparten la tierra

con higueras y viñedos.

 

Encumbrada está Polopos

en la seca Contraviesa;

pasas y vinos recoge,

poco pan en sus laderas.

 

Al pie de una barbacana

entre el Cercado y el Junco,

duerme Torvizcón el sueño

casi apartado del mundo.

 

El morisco Abenhayán

hizo del lugar su sede;

en la torre del vizconde

se defendió con su gente.

 

Alcornoques y almendrales,

con encinas y viñedos,

constituían la riqueza

de sus ramblas y sus cerros.

 

Estamos finalizando

el periplo alpujarreño:

sierra y mar se han abrazado

en este feliz encuentro.

 

Dos aldeas nos aguardan

al terminar la jornada:

Rubite, sobre un collado;

Alcázar, en la hondonada.

 

Diez mil arrobas de lana

y cuarenta mil de vino

se cosechan en Rubite

en época de moriscos.

 

El centeno y la cebada,

los ganados y el aceite,

son los frutos que de Alcázar

en sus “corridas” se venden.

 

Albuñol cierra la ruta

de la Alpujarra costera,

a una legua de la mar,

de la mar que es su reserva…

 Poema incluido en: “La Alpujarra en coplas y otros poemas” de Miguel J. Carrascosa Salas. Editado por la Caja General de Ahorros de Granada en 1988.

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