Una de cal y otra de arena
De nuevo en Alcázar. De
nuevo unos días en los que la mente y el cuerpo agradecen la
placentera estancia en nuestro pueblo. Llegamos cuando la
lluvia
acababa de irse empujada por un fuerte viento que en loco
arrebato se llevó las nubes cargadas del líquido elemento
que con tanta generosidad han dejado en nuestras tierras
durante los últimos tres meses.
Largos ratos delante del
ordenador, con un libro entre las manos, garabateando
algunos versos nuevos en la tarea de completar la segunda
parte del Quijote en romances, con el crepitar de la lumbre
de fondo más por el placer de escucharlo, más por sentir el
deleite de la vista de las llamas que se escapan chimenea
arriba, que por la necesidad de calor, es evidente que la
temperatura ambiente no hace tan necesario el concurso del
fuego de la chimenea para mantener el cuerpo a tono.
Las tareas propias del
mantenimiento (aquellas que están al alcance de uno, que
cada vez son menos) que la casa y aledaños requieren tampoco
se olvidan y se le ha dado vuelta a la bodeguilla donde ya
reposa en sus toneles el caldo fermentado de la vendimia
pasada; se ha hecho provisión de leña, que previamente José
Miguel troceó convenientemente, para el próximo invierno;
recorrido botánico-paisajístico en busca de fotos que nos
sirvan ahora o en el futuro para colgar alguna de ellas en
nuestra web.
También hay tiempo para
largos paseos por el camino de Torvizcón, de la Rambla o del
Viz agradeciendo la brisa que mitiga la fortaleza de este
sol de primavera recién estrenada que viene rabioso, será
por el tiempo que durante los meses anteriores
ha estado oculto guardando sus rayos y sus calorías para
asomarse con ganas por el primer resquicio que las nubes le
han dejado.
A falta de los oficios
religiosos propios de estos días de Semana Santa (la escasez
de vocaciones también se deja notar en Alcázar, los pocos
curas que hay no dan abasto para tanto pueblo) algunas
sesiones delante de la tele viendo los pasos procesionales
que Canal Sur nos trae desde los más diversos rincones de la
geografía andaluza, que nos hace recogernos un tanto en
estas fechas que invitan a la reflexión a aquellos que
creemos en algo más que lo tangible que se nos muestra ante
los ojos.
Qué agradable es todo lo
anterior, cuando te sirve para desconectarte por un tiempo
del estresante diario de la ciudad, el trabajo, los
problemas… o cuando lo haces por propia voluntad y no porque
las circunstancias te obliguen a ello. Si es lo único que
tienes, puede que llegue a producirte el mismo estrés que
aquel del que tratas de huir.
Si
es lo único que conoces no tienes la posibilidad de comparar
y entonces huelga hablar del tema.
Supongo que después de
estos primeros párrafos os estaréis preguntando a cuento de
qué viene el título con el que he encabezado estas palabras.
Pues ya os lo voy a desvelar.
Si últimamente habéis
echado un vistazo al Libro de Visitas habréis visto dos
entradas de Nacho, Ignacio Acosta Gómez, uno de nuestros más
jóvenes amigos y que, aunque parezca mentira, sus
comentarios los ha hecho desde aquí, desde Alcázar, lo cual
nos da a entender que, por fin, ya podemos tener acceso a
Internet. Bien está que el acceso es bastante limitado. Hace
ya un tiempo, desde la instalación de la antena
de telefonía móvil, que el acceso por medio de un móden USB
es posible, aunque descargar cualquier página que contenga
algo más que texto hace que te desesperes, sobre todo
acostumbrados a las velocidades que las líneas ADSLs ya nos
tienen acostumbrados, pero como se suele decir “menos da una
piedra” y en cierta medida esta noticia la podemos
considerar como la parte de cal a la que hacía referencia al
principio.
La de arena viene referida
también a aspectos tecnológicos. La última vez que estuvimos
en el pueblo aún eran compatibles los dos sistemas de
recepción de la televisión, el analógico y el digital, por
medio del primero seguíamos viendo la 1ª y la 2ª de TVE
bastante bien, Canal Sur 1, bien, y Canal Sur 2,
imaginándolo. A través de la TDT también se veían las dos
cadenas andaluzas, ya perfectamente. Me habían dicho que lo
del apagón analógico se había hecho realidad en estos días
en Alcázar. Lo he podido comprobar en persona e in situ. De
pronto nos hemos quedado sin la televisión analógica y de
golpe y porrazo nos han desaparecido las dos cadenas de la
televisión pública estatal. Eso sí hemos ganado una nueva
cadena autonómica en la que programan refritos de aquí y de
allá, series antiguas y anuncios y más anuncios de los
típicos de las cadenas específicas del tema, y, para
aquellos que dispongan de un modelo de televisor TFT o de
plasma, también es posible sintonizar Canal Sur en alta
definición, los que sólo tenemos televisores de los
antiguos, nos seguiremos perdiendo esta nueva versión de
Canal Sur.
Bueno, no es que nos
perdamos mucho en ninguno de los casos pero la verdad, y
sobre todo teniendo en cuenta a las personas que
permanentemente viven en el pueblo, resulta un desengaño y
una desilusión el hecho de que se hayan perdido
prácticamente el 50% de las cadenas de televisión de que
disponían antes del apagón analógico. Todos esperábamos que
la implantación de la TDT daría paso a un más amplio abanico
de posibilidades para acceder a más canales y a una más
amplia y diversificada oferta de programas aunque al final,
como casi siempre suele ocurrir, terminemos en el Telediario
de la 1ª o en Se Llama Copla los sábados por la noche.
Está visto que aquellos que
se tienen que preocupar porque en los núcleos de población
tan pequeños como Alcázar las nuevas tecnologías sean una
realidad palpable, o pasan del tema o no están por la labor,
al menos así lo detectamos visto lo visto. No estaría de más
que a quienes correspondan hagan algo para que la conexión a
Internet sea asimilable en nuestro pueblo de un modo
parecido a como lo hacen en las poblaciones cercanas,
Torvizcón, Rubite u Órgiva, y que del mismo modo la TDT
llegue en iguales condiciones a los habitantes de Alcázar.
Parece mentira que metidos en el final del primer decenio
del siglo XXI, todavía estemos como antes de que acabase el
siglo pasado, si no peor.
Como decíamos hace ya unos
cuantos años en la página de “presentación” de “alcazardevenus.es”,
que al menos tengamos la posibilidad de acceder a las nuevas
tecnologías, aquel que no quiera que no las use, pero el que
lo desee y al que le sean necesarias, que tengan la
posibilidad y que no se diga que en los tiempos que corren
se nos niegue por la falta de previsión o la desidia de los
que tienen en sus manos mover los hilos para que eso sea una
realidad. No sé porqué, pero siempre da la sensación de que
los responsables políticos municipales solamente se acuerdan
de los habitantes de los anejos cuando se aproximan las
elecciones para hacer promesas, que, como es natural, nunca
llegan a cumplir. Mientras tanto los sufridos vecinos de
Alcázar y demás anejos de Órgiva, seguirán viviendo, como de
toda la vida, por sí mismos, sin esperar nada de aquellos
que debían de aportar las paladas de cal que necesita la
mezcla para que la construcción no se venga abajo, por
desgracia son más frecuentes sus aportaciones de arena para
enterrar, poco a poco, un poquito más a estos lugares cada
día más olvidados.
Desde aquí elevamos nuestra
protesta y, aunque poco confiamos en ser escuchados,
reclamamos el derecho de Alcázar y de sus vecinos a recibir
el apoyo mínimo de las autoridades para que las soluciones a
los más elementales problemas, algún día no muy lejano,
estén en el horizonte de todos y cada uno de sus habitantes.
Teodoro
Martín.
Alcázar
de Venus, abril de 2010