Alcázar de Venus. Fiestas 2008

  

 

  

Es para mí una enorme satisfacción haber colaborado, en parte, a que Alcázar haya retomado para muchos el “apellido” que antaño tenía. No cabe duda que desde la aparición de nuestra web, allá por el final del verano de 2003, poco a poco, cada año son más los que al referirse al pueblo lo hacen con el topónimo que da título a esta página. Los carteles y programas anunciadores de las fiestas, así como todos los objetos que se suele vender para sufragar gastos de las fiestas, llevan el nombre de “Alcázar de Venus”, igualmente cuando por un motivo u otro somos noticia en los medios de comunicación, también suelen usar el mismo nombre.

Pues si de lo anterior me siento satisfecho, no os engaño si os digo que la mayor satisfacción para mí es el hecho de transmitir a todos los que no podéis acudir en persona al pueblo, los pormenores de aspectos de la vida de Alcázar que ocurren a lo largo del año o la rememoración de las cosas antiguas de las que tengo conocimiento y que sé que tanto agradan, sobre todo, a los que ya pasan de cierta edad y a los que viven más alejados de su lugar de origen o del de sus antepasados. Y dentro de este apartado se halla la inevitable referencia a las fiestas patronales de cada año.

Antes de todo quiero tener presente en esta breve memoria escrita a aquellos que ya sólo van a estar con nosotros en el recuerdo: Andrés, Antonia y Antonio. Los tres pasaron en el pueblo las pasadas fiestas sin sospechar en ningún momento que este año la contemplarían desde lugar tan privilegiado como el que ya ocupan al lado de nuestros patronos. A uno le hice, probablemente, su última fotografía, con otra tuve la suerte de charlar de las cosas que a ambos nos entusiasmaban referidas al pueblo y sus costumbres, con el tercero me divertí, nos divertimos, mientras caíamos a las primeras de cambio en el torneo de dominó. Seguro que además de en el recuerdo de éste que escribe estas líneas, también lo habrán estado en el de muchos otros amigos.

Las fiestas de este año han comenzado con un fresquito tal que nos ha hecho recordar la época en la que se celebraban el 7 de octubre, el día de la Virgen del Rosario, cuando la música provenía del tocadiscos que “el de Sorvilán” nos traía en cada ocasión, y el tiempo solía jugarnos malas pasadas con un viento fuerte de más o con algunas gotas de lluvia otoñal.

Como cada año, los mayordomos de turno se devanan los sesos para tratar de hacer algo diferente y tener entretenido al personal (sobre todo al infantil) que es de lo que se trata, amén de honrar a los patronos. La mañana del día 15, viernes, estuvo dedicada, por parte de algunos mayordomos a dar los últimos toques y tener preparado todo para el momento adecuado, mientras que otros, con la ayuda de voluntarios, estuvieron dedicando su tiempo a los más pequeños con juegos y actividades de talleres tales como mini fútbol, salto de la comba, máscaras o maquillaje. Al atardecer desde lo alto de la torre nos sorprendieron a grandes y pequeños con el lanzamiento de juguetes, golosinas, pelotas de tenis (traídas desde Cataluña por Esteban “el de la Magdalena”), balones, serpentinas y confetis y, de vez en cuando, también sorprendían de verdad con el lanzamiento de algún que otro cubo de agua que refrescaba el ambiente y, al mismo tiempo, a aquellos incautos que se encontraban expectantes por ver que les “llovía” del cielo, bueno, del campanario de la torre.

La velada comenzó con el pregón de las fiestas protagonizado por el director del picadero en un pueblo del cinturón de Granada y escritor taurino, amigo de algunos de los mayordomos de este año. En su alocución hizo una breve semblanza de los aspectos más entrañables que hacen de Alcázar un lugar único y nos invitó a celebrar las fiestas sabiendo recordar a todos los que no están ya con nosotros, en un ambiente de confraternidad y sana diversión, disfrutando de la compañía de los que siempre están junto a nosotros y de los que en estas ocasiones nos suelen visitar, todo ello bajo la advocación de nuestros patronos Nuestra Señora del Rosario y San Antonio Abad.

Posteriormente daría paso a la verbena amenizada por el grupo Galilei, cuyo alma mater, Carlos, sigue haciendo las delicias de los que asistimos a los bailes, pues sabe en todo momento alternar lo que agrada a jóvenes y a mayores, desde las canciones del momento a los pasodobles (nuestras preferidas), o esas otras canciones en las que la interrelación entre músicos y personal es total.

En uno de los descansos se procedió a la elección de las mises y el mister Alcázar de Venus, tarea harto difícil debido a la belleza y galanura de todos los participantes

Normalmente, todas las actividades suelen tener un retraso, más o menos acentuado, respecto al horario previsto, todas menos el Rosario de la Aurora que cada año cumple escrupulosamente con su horario y a las 6 de la mañana nos están despertando las campanas a los que tenemos la costumbre de asistir al mismo. Tras recorrer las calles del pueblo entonando la oración de Santo Domingo, terminamos con la consabida copita y el cafelito con galletas que amablemente nos ofrecieron los mayordomos. De nuevo este año Emilia Domínguez nos deleitó con un nuevo repertorio de viejas canciones religiosas, entre todas destacó “la Trinidad” que dice se solía cantar en la calle del mismo nombre por el coro de hombres que era contestado por el de las mujeres con tanto tino y entusiasmo como el canto de aquellos.

La Santa Misa ha contado en esta ocasión con el añadido de la despedida del pueblo del que ha sido párroco nuestro durante los últimos trece años. Desde su ordenación como sacerdote, Francisco Campos (Fran), ha estado desempeñando su labor en nuestro pueblo y con unas emotivas palabras finales se despidió de todos agradeciendo el trato que el pueblo le ha dispensado a lo largo de este período de tiempo.

Tras la Misa la mayoría de los asistentes estuvimos deambulando por la plaza alternando unos con otros y refrescando la garganta con unas cañas de cerveza mientras se acababa de preparar la paella que, por cierto, este año ha salido estupenda (sin desmejorar a las anteriores). Personalmente tuve la alegría de compartir sobremesa con tres de los hijos, nueras y nietos de Frasco e Isabel “los del Faz”, que por segundo año consecutivo han asistido a las fiestas. Tomando una taza de café tuvimos oportunidad de admirar la sagacidad y capacidad de observación del mayor de ellos, Paco, así como escuchar sus anécdotas sobre la época en la que vivió en el pueblo, al tiempo que tratábamos de saciar la curiosidad del benjamín, José Miguel, sobre diversos aspectos de las costumbres o la pequeña historia de Alcázar. Mientras unos hablábamos, otros, Víctor entre ellos, descansaban del ajetreo matutino al tiempo que veían en la tele cómo los americanos nos vapuleaban en baloncesto.

La procesión, como siempre contó con la participación de la mayoría de vecinos y visitantes que con recogimiento y devoción acompañaron con cánticos marianos a las imágenes de nuestros patronos. Como ya viene siendo habitual, se volvieron a ver a muchas mujeres portando las andas de las imágenes, algo que hasta hace bien poco era coto vedado del género masculino. Después de la procesión pudimos visitar una exposición de fotografías antiguas organizada, a instancias de Francis, por Emilia y Teresa en el Barrio Bajo.

Por la noche los más pequeños echaron mano de su imaginación y fantasía para sorprendernos con disfraces de todo tipo. Tras la entrega de premios se comenzó la verbena amenizada por el grupo Galilei, y dicen que de madrugada hubo sorpresas varias, algo de lo que el que escribe no puede dar fe pues para esa hora ya estaba soñando con los angelitos, los del cielo y aquellos otros que a las seis de la mañana nos habían despertado con el repique de campanas.

El domingo amaneció más tarde de lo acostumbrado y muchos nos quedamos viendo ganar a Nadal la medalla de oro en las Olimpiadas. Se celebró la competición de Rentoy, aplazada del día anterior. La de dominó no se pudo desarrollar por causas no muy bien conocidas, si falta de jugadores, desacuerdo en el lugar de su celebración, o cualquier otra zarandaja que hizo que los entusiastas del seis doble y sus veintisiete compañeras no pudiesen disputar los trofeos, otro año será, no hay que alarmarse.

Mientras unos jugaban al rentoy, otros se tomaban unas cañas y muchos esperaban las migas los más jóvenes y algún atrevido adulto, se lo pasaron en grande dentro del castillo hinchable, donde los saltos y brincos eran acompañados por risas y muecas de los involuntarios animadores de la espera.

En estas fiestas se ha sustituido el concurso de platos típicos que aportaban aquellos que así lo querían, por migas para todos con engañifas de panceta, pimientos, ensalada y longaniza. Los mayordomos ofertaron la harina para preparar las migas a todo el que quiso y éstos las llevaron a la plaza para que los asistentes pudiesen disfrutarlas. A destacar la buena organización en las comidas colectivas de los dos días, sin que se produjeran las aglomeraciones y acaparamientos típicos de estos eventos. Estuvimos acompañados por un nutrido grupo de amigos del vecino Torvizcón, a los que se les agradece su participación en nuestras fiestas.

Tras las migas, cambiamos la espuma de la cerveza por la artificial que producía un cañón traído al efecto. Un baño refrescante para los más pequeños, y no tan pequeños.

Por la tarde los niños y niñas disfrutaron de las consabidas competiciones, cucañas y demás juegos, y todos pudimos ver correr la carrera de cintas a dos jinetes de Torvizcón que nos hicieron recordar tiempos pretéritos cuando ésa era la única manera de correr las cintas.

En la última noche de verbena se celebró el sorteo de la rifa organizada por los mayordomos, el número afortunado fue el 919, repetimos: nueve, uno, nueve. Aquellos que compraron alguna rifa y no estuvieron presentes en el acto del sorteo, que no se preocupen, el afortunado poseedor del boleto ganador se encontraba entre los asistentes, y resultó ser Eduardo Espinosa; así que ya pueden tirar los boletos y conformarse, como hemos hecho los demás, con haber colaborado en algo a la celebración de las fiestas.

Esta apresurada crónica de las fiestas de 2008 la he podido realizar gracias a un viaje relámpago a Granada que ha organizado mi mujer. Me ha dado no sé qué volverme a Alcázar sin dejar, aunque sean estas poco hilvanadas palabras para que todos los ausentes puedan hacerse una idea de lo que hemos vivido en estos días de asueto, diversión y agradable convivencia.

Teodoro Martín.

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