Alcázar de Venus. Fiestas 2016

CRÓNICA DE LAS FIESTAS

(ESCRITA POR UN JUBILADO)

Por el subtítulo ya podéis colegir lo que viene a continuación.

   Los jubilados ya empezamos a estar solamente para sopitas y buen vino, y donde haya mucho jaleo y, sobre todo, a horas intempestivas que no nos busquen. Así que esta crónica, a diferencia de las de años anteriores se puede quedar un poco coja de una pierna o, incluso, de las dos, pero, en fin, vamos a intentarlo.

   Estaba recogido en el programa que sería el inicio a las fiestas. La sorpresa, en forma de globos, camisetas, gorras y caramelos cayó sobre las cabezas de los más pequeños que se arremolinaban para tratar de recoger dichos objetos al vuelo o una vez se habían depositado en el suelo. Algún infiltrado adulto, a veces, se interponía y se adelantaba a las manos de los tiernos infantes que pugnaban por hacerse, con la mayor de las ilusiones, con algunos de los productos que desde la plaza de arriba caían a la placilla de abajo.

   Hubo que esperar un poco más de la hora prevista, algo que es habitual en este tipo de eventos. Fueron Elena Alonso y su marido José María los encargados de llevar a cabo, tras el recordatorio especial para los alcazareños que nos dejaron este año -Joaquín, José y Francisco Vicente-, la presentación de los protagonistas del anunciado "Pregón musical". Se trata de Aña y Vin, una pareja de artistas holandeses que desde hace cuatro meses conviven con los alcazareños.

    La presencia de un piano al pie del escenario ya nos daba una pista de por dónde podría ir lo del pregón musical. Efectivamente, Aña es una reconocida soprano de nivel internacional y Vin un compositor y pianista que no le va a la zaga a su pareja. Pronto los asistentes al acto pudimos apreciar la calidad de los interpretes que, en un escenario tan remoto como Alcázar de Venus, nos deleitaron con la interpretación de tres temas lorquianos: Los cuatro muleros, Café de Chinitas y Sevillanas del siglo XVIII, concluyendo con una maravillosa interpretación de la Granada de Agustín Lara. Enhorabuena a los organizadores del acto y el agradecimiento más grande a los magníficos intérpretes holandeses por llenar los aires alcazareños con canciones tan próximas con un acento extranjero pero lleno de pasión y entrega a la tierra que los acoge.

    De pronto, Septiembre llegó a Alcázar de Venus en pleno agosto, cosas que solamente ocurren en lugares tan mágicos como nuestro pueblo. Perdonad la broma. El grupo que ha amenizado las verbenas de los tres días de fiesta responde al nombre de "Septiembre". Dos muchachas y dos muchachos de la zona de Guadix que se han esmerado por tener contento al personal durante todas las veladas. En la primera noche bailamos algunos pasodobles interpretados por los componentes del grupo con su variedad de instrumentos y de voces masculinas y femeninas. Del resto de su interpretaciones poco puedo decir pues ya me pillaban en los brazos de Morfeo tratando de descansar un poco.

    Nos retiramos pronto la primera noche porque casi antes de echarte en la cama ya estaban llamándonos las campanas para acudir a la cita anual con el Rosario de la Aurora. Como bien señaló el sacerdote que ofició la Santa Misa tenemos dos patronos que nos invitan a la oración: la Virgen del Rosario (que mejor homenaje que el rezo del Santo Rosario al alba por las calles de nuestro pueblo con sus avemarías cantadas como mejor nos permiten nuestras gargantas) y San Antonio Abad que, retirándose del mundo, buscó la soledad de los desiertos para dedicarse por completo a la oración. Este año, como ya viene siendo la tónica de los últimos años, los asistentes éramos pocos, solamente nueve adultos y dos chiquillos. A pesar de todo, todos pusimos el mismo fervor que si hubiésemos sido multitud.

   Las multitudes se suelen reunir más a la hora de las degustaciones de tapas y de la comida del mediodía. El segundo día de fiestas una paella y el tercero y último unas migas con sus correspondientes engañifas.

    Tras la adquisición de la correspondiente jarra en la que poner la cerveza, la sangría o algún refresco, pronto estaba el personal en la cola para recoger el plato de paella mixta que resultó sabrosa y en su punto. El arroz ni poco hecho, ni pasado. En reuniones familiares o de amigos se fue degustando el contenido del plato hasta dejar la paellera como nos muestra la foto que se adjunta. Las migas, según el comentario más extendido entre los que las degustaron, tenía una entrada extraña que después se iba haciendo más pasable. La verdad, es que no se sabe muy bien si por el tipo de harina empleado o por la forma de cocinarlas, estas migas tenían un aspecto y un sabor bastante distinto al que estamos acostumbrados por estas tierras alcazareñas. Pero también caerían.

   En las horas previas a la degustación de cerveza y tapas, en el remozado bar de Pili, las competiciones de Rentoy y Dominó se desarrollaron de acuerdo con los cánones establecidos. Los ganadores fueron los de casi siempre: en el dominó, los Meleros, padre e hijo; en el Rentoy Víctor y Serafín. En el programa se recogía también una competición de Póker, pero, en las ocasiones que me acerqué por allí no vi competidor alguno en dicha especialidad de juego de cartas.

   Este año, la misa y la procesión se sucedieron en el tiempo. Dado que el sacerdote oficiante desconocía la ubicación concreta de Alcázar y venía desde Motril, el cálculo del tiempo de duración del viaje no resultó ser el adecuado y... lo que estaba previsto que comenzara a las 20:00, empezó algo más de media hora después. De este modo la procesión salió de la iglesia con las últimas luces del atardecer y se recogió ya bien entrada la noche. Bueno para el recogimiento, no tanto para los amantes de la fotografía procesional.

   Tuvimos la suerte de volver a disfrutar de nuevo de la voz de Aña y del acompañamiento al piano de Vin. Como me decía nuestro paisano Paco Martín "el de las Alberquillas" al día siguiente: "Nuestra humilde iglesia por un momento se vio convertida en una catedral". No cabe duda de que el canto del Ave María y del Padre Nuestro durante la celebración de la misa debió de hacernos creer que habíamos sido trasportados a un templo de tal categoría, así de bien sonó esta música clásica entre las paredes de nuestra iglesia.

    Al paso de la procesión por la casa de Margarita, nuestra vecina soprano dedicó una nueva canción a la Virgen del Rosario, al mismo tiempo se procedía al lanzamiento de unas palomas blancas como símbolo de las almas puras que se nos fueron buscando la compañía celestial.

   Como siempre, aunque quizá este año en menor medida, han sido muchos los reencuentros con amigos y familiares que durante el año viven lejos de Alcázar. Especialmente satisfactorio fue reencontrarnos con Margarita, mejor que nunca después del difícil trance por el que ha pasado y al que ella calificaba insistentemente de "milagro". Mujer de fe donde las haya.

   Siento no poder referirme a todos los otros eventos que se llevaron a cabo a lo largo de estas jornadas: desde los juegos para los más pequeños a los concursos de bailes o de disfraces, pero seguro que los usuarios de las redes habrán hecho llegar a todos los rincones del mundo instantáneas y comentarios de los mismos que perfectamente suplen a estas torpes palabras que un jubilado se empeña año tras año en recoger en esta nuestra web de Alcázar de Venus.

Nota. Espero que los amigos de siempre (Rafael, Serafín, Lola, Víctor Alonso, Merxe...) tengan a bien enviar a la web fotos de los eventos a los que yo no pude asistir, u otras que ellos crean convenientes, en tal caso las publicaré en sus correspondientes apartados.

Alcázar de Venus, 17 de agosto de 2016.

Teodoro Martín.

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