Alcázar de Venus: "Entre la Nieve y la Mar"

 

Buñuelos alcazareños

 

En el Libro de Visitas

Encontramos la sorpresa

De que Juan Acosta pide

Que pongamos la receta

De buñuelos que su madre

Hacía por estas fechas.

 

Yo he intentado investigar:

Le he preguntado a mi suegra,

He buscado en Internet,

He mirado en las libretas

Donde guarda mi mujer

Las recetas de la abuela.

Tomando un poco de ésta,

Otro poquito de aquella,

Y rebuscando en memoria

Las cosas que uno recuerda,

Me he puesto mano a la obra

Y he colocado en la mesa

Levadura, sal y harina

Que con el agua se mezclan

 

Dejándolo reposar

Y esperando con paciencia

Los minutos necesarios

Mientras todo se fermenta;

Después he puesto el aceite

Que en la sartén se calienta

Y cuando estaba humeando

Haciendo especies de ruedas

Las fui poniendo a freír

Y no salieron muy feas.

 

Así se hacen los buñuelos,

Según en Alcázar cuentan,

Que por la Semana Santa

Se desayunan y cenan.

Espero, Juan, que te sirva

Esta receta somera,

Que aquí y ahora transcribo,

Para que en tu casa puedas

Volver a comer buñuelos

Que en algo se les parezcan

A  los que tu madre hacía

Al acercarse estas fechas. 

Ingredientes:(para matar el gusanillo)

200 gramos de harina

1/2 sobre de levadura

Un poquito de sal

Agua (la necesaria)

Aceite de oliva (para freír)

Preparación:

En un barreño, cuenco, o lebrillo se mezclan la harina, la levadura y la sal, mientras se pone el agua a calentar. Una vez esté el agua templada se le va añadiendo poco a poco. Vamos removiendo la mezcla, sin dejar de batir en ningún momento, hasta que la masa esté "trabajada" que dicen por Lanjarón, o que haga "correa" que dicen por Alcázar, en definitiva que no esté muy espesa, un poco más ligera que la que hacemos para los churros. Tapamos el recipiente con un paño y lo dejamos en reposo durante media hora o poco más, para que haga su efecto la levadura. Ponemos en una sartén abundante aceite de oliva y cuando esté caliente comenzamos a echar la masa dorándola por las dos caras. Una vez fritos los escurrimos y los ponemos en una fuente sobre un papel absorbente.

Para echar la masa, las mujeres de antes se valían de sus propias manos. Se untaban los dedos con aceite o con agua y, con un arte que a nosotros se nos hace imposible, eran capaces de ir formando ruedas de esa masa semilíquida que quedaban transformadas en maravillosos buñuelos después de freírse. Hoy, en los tiempos modernos, existen unos moldes específicos para hacer buñuelos que venden en las ferreterías en los cuales se coloca la masa que al comenzar a freír se escapa del molde y que ya trabajamos con unas pinzas o un palillo, quedando buñuelos perfectamente redondos y simétricos. También podemos echar mano, para el mismo fin, de un embudo o una churrera que nos ayudarán a hacer más o menos redondos nuestros buñuelos.

Se pueden acompañar de un chocolate calentito, también suelen ser buen complemento para el arroz con leche, o simplemente tomarlos solos, tal cual.

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