Con los cuerpos algo más relajados, a eso del mediodía, comenzamos a desperezarnos para dar inicio al tercero de los días de fiestas de este 2015. Tres días repletos de actividades para chicos y grandes en los que los propios y los extraños pocas quejas (igual que ocurre todos los años) hemos podido tener de los organizadores de todos los festejos. Siempre habrá quien le ponga un pero a esto o aquello, pero todo será pecata minuta en comparación con la opinión generalizada.

A media mañana, en un bar repleto de parroquianos, los finalistas del dominó y del rentoy se enfrascaban en una lucha incruenta por ver quiénes eran los que se hacían con el ansiado trofeo de vencedores de ambos torneos. Parece que el trofeo de  rentoy se fue camino de la Rambla, mientras que el de dominó se dirigió hacia Almería y Granada. Mientras, en la plaza de arriba ya estaban los más jóvenes, después de haber pasado por el taller de maquillaje, unos dando saltos y brincos en el castillo hinchable y otros agarrados al toro mecánico tratando de evitar sus embestidas que irremediablemente darían con ellos en la lona.

Los mismos cocineros del día anterior cambiaron las paelleras por sartenes en las que ya se afanaba por preparar las migas y las distintas engañifas con la que se saciaría el apetito de todos los que merodeaban por la plaza. Este año ha sido reseñable la abundancia de personal foráneo que se ha unido a los naturales del terreno para degustar las migas de harina, los pimientos fritos, la longaniza y el melón, además de los distintos aperitivos con los que la mayordomía obsequiaba a todo el que se aproximaba a la barra en busca de algo refrescante. En permanente peregrinación los sombreros con el distintivo de las fiestas de este año llevaban debajo a una persona que, provista del tubo de cerámica preceptivo, buscaba la cerveza, la sangría o el refresco con el que acompañar a los alimentos sólidos.

Dicen que la fiesta de la espuma se ha visto este año afectada por el problema que desde hacía unos días había en el pueblo con el agua. Por lo visto la presión o el caudal, o ambas cosas, no era suficiente para que poder llevar a cabo la actividad, aunque, al parecer, al final todos acabaron de espumas hasta los ojos.

Por la tarde de nuevo se centrarían las actividades en los más pequeños con su correspondiente "merendica".

Y por la noche el fin de fiesta con la entrega de premios a los vencedores de las distintas competiciones y recuerdos cariñosos para personas del pueblo que, por uno u otro motivo, se han hecho merecedoras de reconocimiento a juicio de los mayordomos. Tras la entrega de premios, un espectáculo de magia nos hizo poner los ojos como platos y produjo el asombro de jóvenes y mayores ante la habilidad del mago para hacer aparecer o desaparecer, por arte de magia, las cosas de nuestra presencia o averiguar  el pensamiento de los colaboradores espontáneos que se prestaron a ayudarle en el escenario. Después continuaría la verbena popular con los diferentes concursos de bailes que hicieron las delicias de los participantes y de los observadores.

Hay que reseñar la abundante afluencia de público en general en todas las actividades y durante los tres días que han durado las fiestas. Cada noche se han dado cita en la Placilla de Abajo un considerable número de parejas que danzaron alegremente al ritmo que el grupo Aromas le fue marcando en cada momento.

Al igual que los pamploneses hacen al final de los Sanfermines, los alcazareños también, a nuestro modo, entonamos el "Pobre de mí" a la conclusión de las fiestas patronales del año y ya se comienzan a preparar las del próximo por parte de los nuevos mayordomos, que seguro conseguirán, una vez más, que todos pasemos unos formidables días en el pueblo.