De luto están las
Adelfillas
Este último arrechuche,
arrechuche
de la muerte,
me ha pillao aquí en tu
pueblo
y no he podido ir a verte.
Los
olivos, los almendros, las higueras, hasta las retamas y las
bolinas, estaban esta mañana cariacontecidos en los pagos de las
Adelfillas. No era para menos, se acababan de enterar de que anoche,
después de setenta y dos años de una fructífera vida dedicada a su
familia, a su país y a su tierra, el corazón tan castigado de
Antonio Gómez Rodríguez, “Antonio el de las Adelfillas”, había
dejado de latir. En los últimos cascotes de lo que fuera la casa
cortijo, parecía levantarse una bandera con crespón negro en señal
de luto por la muerte de su antiguo morador.
También en la torre de
la iglesia las campanas parecían tocar a duelo, movidas por una mano
invisible, cuando se enteraron de la noticia. Por las calles del
pueblo
corría la voz que llamando de casa en casa hizo que todos los
corazones de sus parientes, amigos o, simplemente vecinos, se
pararan durante un instante para
tener
un recuerdo, recuerdo
emocionado, de Antonio. Unos lo habrán recordado de niño, saltando y
brincando de balate en balate, corriendo tras el ganado o,
simplemente jugando con
otros críos por las callejuelas del pueblo; otros, de mozuelo, en
los bailes de acordeones, guitarras y laúdes; en las parvas de trigo
en la era, en la recogida de la almendra o de la aceituna, en las
veladas de conversaciones interminables empapándose de todo lo que
provenía de la boca de los mayores. Seguro que algunos recordarían
su paso por la Guardia Civil, entregado en cuerpo y alma al servicio
sin procurar nada para sí, todo para el ciudadano. Muchos recordarán
su ejemplar actitud como hijo, hermano, marido y padre, como amigo,
como vecino, como persona, simplemente.
Aquí, en esta página de
Alcázar de Venus también estamos tristes, también estamos de duelo
por el amigo, por el colaborador, que se nos ha ido dejando, seguro
que sí, algunas historias más guardadas en el tintero de su memoria
que ya no podremos recuperar si no es a través de sus más
próximos. Es mucha la gratitud que te tenemos. Aunque en vida
siempre agradecimos todas y cada una de tus colaboraciones, no nos
importa ahora reiterar nuestro agradecimiento una vez más, más al
contrario, queremos hacerlo patente. No son tantas las personas que
están dispuestas a compartir lo propio con todos los demás y menos
cuando se hace a través de otro, por eso te lo agradecemos mucho
más.
En
ésta tu página quedarán para
siempre, o hasta que este invento dure, tus hermosos trabajos sobre
las aventuras de dos amigos en las Adelfillas allá por los años
cincuenta, los recuerdos de personajes imborrables de la memoria de
todos los alcazareños, tus aportaciones documentales sobre las
personas que en otro tiempo vivieron por los diseminados
cortijos de Alcázar, o tu paso por la mili. En mí, además quedará
esa extraña sorpresa de encontrarme un sobre en el buzón de mi casa
de Alcázar en el que junto a
un documento escrito o
grabado siempre aparecía una nota manuscrita que comenzaba con:
“Primo Teodoro, aquí te dejo…., por si tienes a bien publicarlo en
la página de Alcázar”, y que
terminaba con un abrazo del primo Antonio Gómez. Por desgracia ese
sobre ya no volverá a aparecer en mi buzón, sería un milagro, pero
todo lo que se siga publicando aquí irá dedicado a ti y a todos
aquellos que en algún momento colaboraron con Alcázar de Venus y que
ya no se encuentran entre nosotros.
Pronto llegan las
fiestas. Este año no podrás bailar un pasodoble acompañado de María
en la Placilla de Abajo. No te sentarás con tus cuñados en el porche
de la antigua casa de tus suegros en amable charla mientras, de
fondo, las notas de cualquier canción se interpondrán entre las
palabras de los familiares. No habrá rentoy, ni dominó. Tampoco una
copita de Rioja, una nada más, que tiene esos taninos que dicen que
son tan buenos para el sistema cardiovascular. Todo eso y mucho más
lo tendremos que hacer sin ti, mas no por ello tú no estarás
presente. Los que te hemos querido, los que te queremos, te
tendremos en nuestro pensamiento cuando pasemos junto a tu casa,
cuando nos sentemos a la puerta del bar, cuando entremos en la
iglesia, cuando acompañemos a la Virgen. Cuando bailemos el
pasodoble de rigor bailaremos otro en tu recuerdo, y junto a nuestra
copa pondremos la tuya, y brindaremos por ti, y brindaremos contigo
para que tú, que ya descansas en paz, nos ayudes a los que aquí
quedamos a alcanzar esa paz cuando nos llegue la hora.
Aquí me ha pillao en tu
pueblo
en tu pueblo buen amigo,
en este pueblo que es tuyo
en éste que no es el mío,
pero que por tal lo tengo
aun no habiendo aquí nacido
porque algunos como tú
te hacen sentirte acogido.
Sin ser de la misma sangre
nos consideramos primos
y así nos hemos tratado
desde que nos conocimos;
siempre fuiste tan amable,
cariñoso y comprensivo,
que resultará imposible
alojarte en el olvido.
Aunque todos bien sabemos
que tenemos que morirnos,
ahora que la dama negra,
la que en nadie hace distingos,
vino a acordarse de ti
a entenderlo me resisto,
pues ha dejado a María,
a los nietos y a los hijos
con un dolor en el alma
que nada podrá suplirlo.
Mas tengo la confianza
de que el sitio al que te has ido
debe de tener balcones
grandes con tenues visillos,
por donde te asomarás
a ver lo que hacen tus niños;
y le mandarás tu aliento
que será aliento bendito,
y que en cuanto que lo noten
los dejará más tranquilos.
Abuelo, marido y padre,
que a fuerza de ser sencillo,
sólo con una mirada,
sólo con leve suspiro,
a los que estaban con él
les enseñaba el camino,
más ahora desde allí
hasta donde lo ha subido
nuestra Virgen del Rosario
dándole el mejor cobijo.
Teodoro
Martín.
Alcazar de
Venus, 10 de julio de 2012.
Enlaces a los trabajos publicados
en la web por Antonio:
"Siempre los primeros". (1ª parte)
"Siempre los primeros". (2ª parte)
"Sorpresa en el buzón"
"El cohete en la taberna
de 'El Rubio' "
"Dolores
"La Jabonera"
"Crónicas
de la mili"
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