Alcázar de Venus: "Entre la Nieve y la Mar"

 

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saludos con fotos

DESDE ALFORNÓN

A modo de saludo a todos los alcazareños entre los que no son pocos los que llevan tras de sus nombres de pila el sobrenombre "de Alfornón" (Manuel, Antonio, Juan..)que hace referencia a su origen, o tienen allí sus raíces, nos envía Miguel Ruiz de Almodóvar Sel estas impresiones de un viajero, así como los folletos sobre la reciente celebración en dicho pueblo del "Día de la Cultura Tradicional"
 

ALFORNÓN, el sabor de lo auténtico

 (impresiones de un viajero)

 Miguel Ruiz de Almodóvar Sel

 Desplegado y estirado como un chicle rosa, sobre un manto verde, escarpado y bravío de empinadísimas cuestas escalonadas, y casi en lo hondo de un barranco luminoso hallamos la aldea, barrio o anejo de Alfornón, también llamado arrabal a una altitud de  870 metros sobre el nivel del mar, y aproximadamente ciento cincuenta vecinos. Pueblo primitivo y puro donde los haya, rodeado de suaves laderas sembradas de viñas, almendros e higueras,  que representan sin duda alguna uno de los paisajes más bellos de toda la Contraviesa. Afable, cálido, cordial y tierno.

Perteneciente al municipio de Sorvilán de quien dista quince kilómetros por carretera, tiene pese a su modestia todo el aspecto y personalidad de un pueblo que fue grande. Entre ambos, y como arbitrando todo posible conflicto se encuentra el Haza del Lino,  venta, caserío o cortijada famosa  convertida hoy en verdadera área de servicios de casi toda la comarca y un lugar ideal de encuentros y celebraciones .  Desde allí además puede uno divisar sin mucho esfuerzo una panorámica sin igual, por un lado las nieves perpetuas de Sierra Nevada y por el otro  el verde azul amarillo del Mediterráneo, e incluso en días claros  la misma costa africana, algo que de sólo pensarlo da vértigo. También y a pocos metros  uno puede adentrarse en un bosque de alcornoques, que de antiguo le gente lo remonta   “al tiempo de los romanos”. Un pulmón de aire puro donde perderse a descansar, sobre todo a la vuelta y como justo premio al patear de arriba abajo este lugar tan especial, con sabor a pueblo tradicional que se llama Alfornón: Desde la escuela en la parte de arriba hasta el camposanto, allá a lo hondo, todo un sin fin de callejas empinadas nos esperan, un conjunto laberíntico de escalinatas de fuego  que asoman sus bocas llenas de perplejidad y sorpresas para el viajero. Partimos del centro, o barrio principal donde estaba la  “era” hoy dedicada a plaza o parking de vehículos, que sirve de desahogo y expansión a los vecinos, lástima que se ensolara y callara para siempre el tintineo lamentar de sus guijarros. Justo al otro extremo de esta tenemos la iglesia, pequeña pero bonita, incluso desde fuera, allí se venera su patrón San Roque, el patrón de los arrieros, estatuilla de autor anónimo que dice la leyenda fue hallada o descubierta en un árbol por un pastor. Pero a falta de una existen dos imágenes de San Roque, la oficial llamada “El Grande” que se procesiona el 16 de agosto y otra más popular, y milagrosa, llamada “El chico” o San Roquillo, que se  saca un día después. Pero para bonita la estatua de San Sebastián, imagen un tanto femenina, de curvas adolescentes, que  medio desnudo, maniatado y ensartado de flechas se mantiene impasible, y con la mirada perdida,  tremendamente serio. A continuación y  próxima a la iglesia tenemos una tienda de comestibles, y más abajo frente a la plaza otra con bar, sin olvidarnos de su famosa panadería la de Patricio, conocida en toda la zona por sus hogazas, bollos de aceite y tortas de chicharrones. Aparte de una fragua de forja, y por supuesto la industria local por excelencia, o sea la vitivinícola, existiendo algunos lagares donde se prensa la uva, y saca un excelente vino de elaboración propia, un típico rosado de la tierra que conserva perfectamente durante todo el año su característico paladar. Pero en cualquier caso son restos de un naufragio de lo que fue Alfornón hace un siglo, de intensa animación gracias a la actividad de hasta doce fábricas de aguardiente y alcoholes diversos, y la exportación de sus productos a Granada y Almería. Era también lugar de parada donde se detenían a descansar los viajeros y hacían cambio de mulas, además de que tenía servicio regular de correo que aseguraba un constante intercambio de mensajes. Hoy se puede calificar de semi despoblado, salvo en verano, como  tantos otros de la Alpujarra Baja, mantenido gracias al trabajo e inversión en los invernaderos de la costa o los emigrantes catalanes, que tiene su fiel reflejo en las grandes mansiones, algunas de gusto discutible que se levantan y entremezclan junto a otras más sencillas y auténticas. Pero un rayo de esperanza asoma en la lontananza, señalando a la escuela como responsable,  verdadero termómetro de su natalidad, 9 alumnos es su censo escolar, superior incluso al de sus vecinos Sorvilán y Polopos, todo un orgullo para los alfornoneros que ven con alegría su futuro sin ningún recelo ni temor. Como lo es también su pasión por la cacería, a todas luces visible y constatable para cualquiera por los numerosos perros  que nos saludan no muy lejos de sus colegas y enjauladas perdices colgadas al sol de las fachadas blancas. Con su compañía ruidosa damos la vuelta al pueblo entero, llamando la atención por donde vamos ya sea por la fuente y lavaderos, como tras la búsqueda de esa plaza tan misteriosa como escondida que de nombre le pondría Generosidad, para finalmente quedarnos con la estampa más castiza y querida para el turista la de esa pareja de mulos romos, manejados con suma maestría por Agustín su dueño. Por entre el olivar escarpado, dejando abajo el cementerio, cuesta arriba y  abriendo surcos sin apenas una voz, y menos un grito, sólo  cariño y a cada cual por su nombre, Cordero y Montesinos se llaman. Atentos, discretos, laboriosos y muy activos son los adjetivos que me llevo de regreso aparte de una arroba de  buen vino. Pero sin duda yo prefiero el de agradecidos, como lo atestiguan esas placas recordatorias, puestas en la Plaza y en la Iglesia donde claman con honor que  no se olvidarán jamás de todo aquel que  les haga el bien y sea para todos igual. 

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