Pregón fiestas de Alcázar 2013
Por Araceli Cañadas Sánchez
Buenas noches Alcázar. Buenas noches paisanos y
paisanas. Antes de comenzar, quiero presentarme porque seguro que hay muchos
jóvenes que no me conocen.
Soy alcazareña de nacimiento, aquí nací y aquí
pasé los primeros años de mi vida. Soy hermana de Maruja Cañadas y por tanto
cuñada de Julián, me llamo Araceli pero todo el mundo me conoce como "la Itas".
Es para mí un honor y una enorme satisfacción,
estar esta noche en Alcázar y no por casualidad sino porque algunas de nuestras
paisanas se han acordado de mí para pregonar estas "Fiestas 2013".
Por eso doy las gracias a los mayordomos y
mayordomas de este año y a los asistentes también por venir a escucharme unos
minutos.
Es lo habitual en estos casos hablar un poco de
la historia del municipio, pero voy a ser muy breve para no cansaros y además
porque cada uno de vosotros seguro sabe lo que yo os pueda contar.
Alcázar, palabra
de origen árabe, significa castillo, fortaleza, palacio...
De Venus ¿por quién? ¿Por el planeta Venus? ¿O
acaso por la diosa romana del amor y la belleza?
No sabemos, pero el caso es que todos los
alcazareños nos sentimos orgullosos de dar a conocer el nombre completo de
nuestro pueblo allá donde vayamos. Y cuando nos preguntan:
-¿De dónde eres?
-Yo, de Alcázar de Venus.
-¿Y dónde está ese pueblo?
-Pues está en la Alpujarra Baja,
en la zona noroccidental de la Sierra de la Contraviesa. Actualmente tiene pocos
habitantes, pero hubo una época en la que llegó a tener hasta 800 y fue
municipio independiente. Ahora, junto con otros pueblecillos que la rodean
pertenece al municipio de Órgiva.
-¿Qué pueblos son esos?
- Pues: Bargís, Olías, Fregenite...
Algunas personas no los conocen, y es normal;
la Alpujarra en general y los pueblos pequeños en particular han sido siempre
los más olvidados de la provincia; pueblos alejados de la capital con pocos
medios de comunicación y escasos recursos económicos.
Pero vamos a levantar el ánimo y que se note
que por nuestras venas corre sangre árabe y también castellana, gallega,
extremeña..., porque estos pueblos repoblaron nuestra zona cuando fueron
expulsados los moriscos hacia el norte de África.
Y hasta aquí la historia más lejana de nuestro
pueblo, la más reciente todos la conocemos, y es que muchos de nuestros paisanos
tuvieron que emigrar a Cataluña, al país Vasco, a la costa granadina o
almeriense. Pero, a pesar de ello, Alcázar ha subsistido gracias al tesón y la
constancia de sus habitantes en el cultivo de cereales, almendras, olivos..., o
la dedicación a la ganadería.
Algunos hemos salido buscando una vida
diferente, pero hoy estamos aquí para reencontrarnos, recordar, revivir nuestro
pasado aún cercano, y os aseguro que vale la pena.
Yo vengo al pueblo no con demasiada frecuencia,
pero sí cargada de emociones, recuerdos, sentimientos, vivencias..., y algunas
os voy a contar:
Tomé leche americana en la escuela, era leche
en polvo, ¡la odiaba! Cada día le tocaba a una familia calentar el agua para
disolver el polvo. A veces la memoria fallaba y al calentar el agua rápido con
la lumbre recién encendida la leche sabía a humo.
Experimentaba sentimientos de emoción mezclados
con decepción la noche del de de enero y la mañana del 6, ¿se imaginan por qué?
Yo siempre me hacía la misma pregunta: ¿por qué
a mí no me traen los Reyes esos juguetes tan bonitos que les traen a otras
niñas, si yo me porto bien?
Pregunta que en aquellos momentos para mí no
tenía respuesta. Aunque también debo decir que siempre tuve algún juguete aunque
fuese pequeño.
Pasaba miedo cuando salía al campo a guardar
los animales y mi padre no se encontraba cerca, pero la vida era dura y había
que ayudar a la economía familiar.
disfrutaba corriendo por las calles del pueblo:
del Barrio Bajo al Cerrrillo, a la fuente, a las escuelas, a comprar a la tienda
de paco el Recovero, a la fuente Seca, a cualquier sitio, y siempre con alas en
los pies.
Jugaba sin cesar al pilla-pilla, a la comba, a
la rueda, al escondite, al quema y, en las noches, a guardias y ladrones.
Impregnaban todo mi cuerpo los olores. El olor
a pan caliente de la tahona de María Domínguez o del horno de mi casa cuando,
muy de madrugada, mi madre se levantaba a amasar. Ese día desayunábamos tortas
de masa frita o pan de aceite caliente. El olor a taberna, la de José Castillo.
El olor del jazmín de la casa de don Juan, el celindo de dolores la
Claudia, de las azucenas que mi padre, con todo esmero, nos traía del huerto de
las flores, del cocido del Isabel la del Secretario, ella lo guisaba en un
hornillo de petróleo y parece que olía mejor. Todos los olores perduran en mi
interior.
El sabor inconfundible de las mandarinas de los
huertos de la plaza y cuando llegábamos a casa, su olor nos delataba y daba
cuenta de nuestras fechorías.
El rumor del agua cayendo en la alberca del
sombreado patio de Santiago, como si de un pequeño Generalife se tratara.
El tric-trac de las máquinas de las mozuelas
aprendiendo a bordar en mi casa.
El zumbido de las moscas al pasar por la puerta
de una cuadra en el verano, y no exagero.
Quiero recordar, pero como si fuese un sueño,
el canto de algunos hombres mientras trabajaban en el campo.
Me gustaría que la gente de mi edad que hay
esta noche aquí compartiese conmigo este cúmulo de sentimientos.
También es inolvidable para mí el canto de
Emilia haciendo solos en las flores del mes de mayo o las misas cantadas por el
coro que formaban, junto con Emilia, la Encarna de los Bancales (hermosa voz),
su hermana María, mi hermana Maruja, la Encarna de la Primitiva..., y algunas
más que ahora no recuerdo.
En las flores a veces se recitaban versos,
sobre todo por las niñas mayores, yo creo que eso no llegué a hacerlo.
¡Cómo olvidar las excursiones al Puerto Jubiley!
Con nuestros maestros, con el cura, a veces con las cantoras de la iglesia. Por
cierto, en una de esas excursiones, Mari Loli la de Herminia, perdió una chancla
con la fuerza del agua del río Guadalfeo y tuvieron que darle unas sandalias
para que regresara al pueblo.
¡Y cuando vino el Obispo! Porque a Alcázar vino
el Obispo, o el Arzobispo. Pasó por debajo de un arco vegetal construido para la
ocasión en la entrada de la plaza. Vino a confirmar a los niños y niñas de
Alcázar y me atrevo a decir que hay testimonio de ello. Esa célebre foto colgada
en la web de Alcázar en donde aparece don José Luis, doña Josefa y sus
veintisiete alumnas, yo estoy casi segura que es del día de nuestra
confirmación. Por cierto, también están Encarnita la del Alguacil y Encarnita la
de José González (Canuto). Hay una tercera niña que me atrevería a identificar
pero no con total seguridad.
¡Cómo no acordarme de un duro de papel que me
metió no sé quién en la bolsita de tela del día de mi Primera Comunión!
También hice algunos recorridos, fuimos a la
Venta de las tontas, hoy Venta Cañadas, ¿y a qué? Pues a recoger una imagen del
Sagrado Corazón de Jesús que bajamos en brazos, por turnos y andando, entre doña
Josefa y las niñas de la escuela.
Repetimos la excursión pero ya adolescentes,
casi mocitas. Subimos unas cuantas amigas sin permiso y unos chavales del pueblo
que había allí nos invitaron a casera en el pequeño bar de la Venta. ¡Todo un
acontecimiento!
Cuando bajamos algunas madres nos riñeron y
hubo entre ellas comentarios y refranes varios, dependiendo de la edad.
Las más jóvenes decían:
-No pasa nada porque se hayan ido
a la Venta solas, "Las mozuelas para casarlas menearlas".
Las mayores en cambio, echando también mano del
refranero, comentaban: "El buen paño en el arca se vende", o "yo he casado ya a
varias y no he tenido que airearlas tanto". ¿Curioso, verdad?
Cuando yo me fui a Granada, al colegio Riquelme
en la calle las Tablas, ¡cómo lloraba!
Me pasaba la primera parte de la noche tratando
de secar las lágrimas y conciliar el sueño. Además empezaron las clase
precisamente el de octubre, el día de la Virgen del Rosario.
¡Qué pena tan grande! ¡Cuánto echaba de menos a mi familia, a mis vecinos, a mis
amigas, a las fiestas de MI PUEBLO!
En ese año (1963) no pude comer yemas,
garbanzos tostados tiernos, ni afilar los largos chupones. Pero tenía que
labrarme un porvenir. Había conseguido una beca y no podía desperdiciarla.
¡Fueron años duros de internado!
Poco después nos fuimos a Barcelona buscando
bienestar, ¡qué dura la despedida! dejábamos nuestra casa, nuestro pueblo,
familia, vecinos..., nos desarraigábamos.
Las cosas no fueron bien y regresamos a vivir
como lo habíamos hecho siempre, arropados por nuestra gente.
Pasaron unos años, terminé la carrera y estuve
ausente por circunstancias de la vida.
Cuando regresé al pueblo, encontré la misma
familia que dejé, "mi pueblo y sus vecinos". Con qué cariño me recibieron, con
qué amabilidad me trataron, con qué respeto me hablaron..., y yo les correspondí
porque para mí eran eso, mi familia.
Hoy estamos aquí compartiendo estos momentos
con cariño y armonía, siendo consciente de ese legado que nos han dejado
nuestros antecesores y otros aún presentes.
¡Cómo olvidar la armonía matrimonial de
Vicentico Gómez y Encarna, o la dedicación de su hija mayor que, posteriormente,
cuidó de su casa y de sus hermanas! ¡Aquellas dos hermanas del Viz Alto que,
cuando hicieron la Primera Comunión todo el mundo comentaba: "las han preparado
sus padres"! A la Anica del Alguacil cuidando de todos sus hijos pequeños y
siempre con una sonrisa en los labios. A las niñas mayores acompañando a las
pequeñas a la escuela. A mi madre repartiendo hortaliza a los vecinos que no
tenían. A mi padre y a muchos más hombres trabajando de sol a sol, aprovechando
hasta el último terrón para conseguir la economía de subsistencia en sus casas.
A los niños guardando los animales. A los mozos trabajando y, de vez en cuando,
organizando bailes para que la juventud se divirtiera. A los vecinos dejando sus
casas para organizar las fiestas de las rifas navideñas... A todos y cada uno de
los habitantes de este pueblo cumpliendo con su cometido. A esto le llamo yo
"Educación en Valores", así se dice hoy.
Por todo lo expresado, nuestro legado es
grande. Un legado de tesón, honradez, educación, respeto, valentía y también
inteligencia, por qué no decirlo. Todo un lujo ¿verdad?
Mi recuerdo para todos aquellos que hoy ya no
están con nosotros.
Mi agradecimiento al pueblo de Alcázar y a los
mayordomos y mayordomas por acordarse de mí, a mis amigos Teodoro y María porque
han hecho posible que nuestro pueblo pueda conocerse desde cualquier lugar del
mundo.
A mi hermana Maruja y mi cuñado Julián por
mantener viva la memoria de nuestra familia en el pueblo y permitirnos regresar
a él al calor de su hogar.
Mi agradecimiento también a aquellas personas
para las que, de una manera u otra, he significado algo en su vida.
Y ya, para terminar, quiero hacer con vosotros
esta reflexión: "existen pueblos pequeños, medianos, grandes, pero la grandeza
de un pueblo no se mide por el número de habitantes, sino por la calidad de
ellos. Por eso Alcázar de Venus es grande, porque sus gentes lo son"
¡Viva
Alcázar! ¡Vivan los alcazareños! ¡Y viva la Virgen del Rosario!
Muchas gracias y buenas noches. |